Imagen cogida de la darroyolifecoach.wordpress.com
DESTINO
Un coro de
hollín gotea sobre los escarabajos fortuitos de mi sed y poros.
En los
líquenes oscuros del aliento, todo lo inanimado.
En el pájaro
endurecido en medio de los dientes, sólo el cráter y la entraña
raída, los
límites derruidos que crepitan en el espejo,
el cuerpo ya
salpicado por el silencio absoluto.
Ignoro el
sitio en el que se apaga mi boca: el horizonte definitivo de la palabra,
aquel oscuro
resplandor entre mis manos endebles.
El tiempo
nos revela sus cobijas amarillas, la tierra vuelta chiriviscos
o andrajos,
este dolor en fin sin salvoconductos, sin luz ya para colmar.
Toda la
oscuridad amontona el filo sobre las crepitaciones desnudas
de los
brazos. A lo mejor, alguien desde el paraíso, grite: ¡Aleluya!
O disocie
los candiles que alumbran las monedas, o camine sobre el último clavo
de las
letanías, o las acequias envejecidas del bramido.
¿Hacia dónde
caminan las axilas del andrajo, el tiempo que tambalea
en mis
zapatos, la sílaba rota de la página?
Voy como van
los féretros y su espesura siniestra. Voy
de repente en silencio.
Hacia lo
abandonado, el desánimo de las luciérnagas. El hollín real del eco.
Pasa siempre
cuando uno ya ha caminado todo lo humano que tienen los vacíos
y los
olvidos, y la extensa rosa del pulso donde ciego anda el desvarío.
En la hoja
que está ahí, la memoria ha hundido todas sus sombras.
Hace ya
mucho me salpicó la esperanza. Soy materia peregrina frente a cada muro, frente
a todas esas lavanderías y sarcófagos de la noche.
Barataria,
03.V.2016
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