Joan Miró, España
Y allí quedé esperando. Me despertaba con la aurora, si es que había dormido. Y creía que ya había llegado, yo, ella, ... Salía el Sol y el día caía como una condena sobre mí.
MARÍA ZAMBRANO
Vives y mueres en mí en este trajinar de todos los días. Paciencia
Ha habido; no la paz necesaria para sobrellevar este calvario y leer
Durante las noches tu mirada transfigurada en los cristales.
—en el espejo levitan bocetos de tu cabellera negra y la ambigüedad
De los colores. La emoción salta como un mar sordo, las pipas del aliento
Invaden el abanico de las pupilas tras sus líquidas campanas.
Me urge la luz en esta cueva donde me has metido: no veo el planisferio
Ni gano tiempo, sino cada vez una lluvia glacial donde la ceniza
Se extiende como un cubrecama. Aquí, sólo el ruido roto de los pájaros.
—Balcones con rancias enredaderas, palabras cansadas en los ojos;
Oscuras bocas mordiendo calendarios de estiércol. Llueves en este morir
Día a día. Pero qué importa ya si la distancia y sus conciertos azarosos,
Nos envuelve sin reconocernos en ataúdes de fiel silencio.
Yo imaginé siempre una vida a tu lado: Fuego y agua cerrando los círculos
De la fosforescencia. Imaginé la vida con tu piel fresca sobre mis pupilas,
Imaginé la piedad de tus manos en el claustro de mi memoria,
Imaginé que existías como un beso sin paraguas,
Imaginé formas de andar los ojos en el arco iris,
Imaginé caminos para escribir un poema en tu piel,
Imaginé mañanas de guitarras en las ventanas,
Imaginé poros verdes en mi tacto,
Imaginé noches con frutas y puertos,
Imaginé persianas abriéndose con las palabras,
Imaginé caballos izando tropeles,
Imaginé fogatas elevando su vuelo,
Imaginé los jazmines de tu piel devolviéndome la vida,
Imaginé surcos para incendiar mi lengua de semillas,
Imaginé torres de dulzura en tu vértigo,
Imaginé brújulas sobre el río del fuego,
Imaginé tu amoroso aliento en mi carne fugitiva,
Imaginé desvelos que no se convirtieran en páramo,
Imaginé vientos que nos ayudaran en la travesía,
Imaginé un gran mundo para nuestra condición humana: y sin embargo,
Tenemos un final que rompe con toda armonía. —bajo la hojarasca de los pinos
Chirría la brisa de noviembre. Ladra la noche en su cueva ciega; no reconozco
La tormenta sepia que rasga mis sienes, ni las cortinas muertas de mi pecho.
Ya el día me aprieta con el azabache de sus horas: —Es día o noche el escalpelo
Que corta el horizonte con un filo de olvido.
Es día o noche el miedo a los fantasmas,
Es día o noche la dolencia de las tormentas,
Es día o noche el nudo del escombro,
Es día o noche la ceniza que dejó de ser esperanza en la madera,
Es día o noche la balanza sin nutrirse de equidad,
Es día o noche el eco viviente del dolor,
Es día o noche la unidad que jamás germinó en nuestras manos,
Es día o noche la anónima paz que no dormimos,
Es día o noche la verdad desangrada en nuestras bocas,
Es día o noche la angustia que siempre nos persiguió,
Es día o noche el jardín del que apenas hablamos,
Es día o noche la noche con murciélagos en las paredes,
Es día o noche la intemperie que siempre nos abrigó con jinetes desbocados.
Tal vez nunca lo sepa. Tal vez nunca lo sepamos, porque vivimos entre tantas
Grietas y alambradas que nos fue difícil todo sosiego. Y porque nos volvimos
Muertos vivientes frente al trajín del presente. Tal vez nunca lo sepa. Tal vez
Nunca lo sepamos: —uno y otro entre telarañas de alfileres.
Uno y otro ahogados en el vuelo,
Uno y otro meditando sin retorno atrás de las ventanas,
Uno y otro igual que el desvelo masticando recuerdos,
Uno y otro respirando en su fe última…
_____________________Nostalgia
Y allí quedé esperando. Me despertaba con la aurora, si es que había dormido. Y creía que ya había llegado, yo, ella, ... Salía el Sol y el día caía como una condena sobre mí.
MARÍA ZAMBRANO
Vives y mueres en mí en este trajinar de todos los días. Paciencia
Ha habido; no la paz necesaria para sobrellevar este calvario y leer
Durante las noches tu mirada transfigurada en los cristales.
—en el espejo levitan bocetos de tu cabellera negra y la ambigüedad
De los colores. La emoción salta como un mar sordo, las pipas del aliento
Invaden el abanico de las pupilas tras sus líquidas campanas.
Me urge la luz en esta cueva donde me has metido: no veo el planisferio
Ni gano tiempo, sino cada vez una lluvia glacial donde la ceniza
Se extiende como un cubrecama. Aquí, sólo el ruido roto de los pájaros.
—Balcones con rancias enredaderas, palabras cansadas en los ojos;
Oscuras bocas mordiendo calendarios de estiércol. Llueves en este morir
Día a día. Pero qué importa ya si la distancia y sus conciertos azarosos,
Nos envuelve sin reconocernos en ataúdes de fiel silencio.
Yo imaginé siempre una vida a tu lado: Fuego y agua cerrando los círculos
De la fosforescencia. Imaginé la vida con tu piel fresca sobre mis pupilas,
Imaginé la piedad de tus manos en el claustro de mi memoria,
Imaginé que existías como un beso sin paraguas,
Imaginé formas de andar los ojos en el arco iris,
Imaginé caminos para escribir un poema en tu piel,
Imaginé mañanas de guitarras en las ventanas,
Imaginé poros verdes en mi tacto,
Imaginé noches con frutas y puertos,
Imaginé persianas abriéndose con las palabras,
Imaginé caballos izando tropeles,
Imaginé fogatas elevando su vuelo,
Imaginé los jazmines de tu piel devolviéndome la vida,
Imaginé surcos para incendiar mi lengua de semillas,
Imaginé torres de dulzura en tu vértigo,
Imaginé brújulas sobre el río del fuego,
Imaginé tu amoroso aliento en mi carne fugitiva,
Imaginé desvelos que no se convirtieran en páramo,
Imaginé vientos que nos ayudaran en la travesía,
Imaginé un gran mundo para nuestra condición humana: y sin embargo,
Tenemos un final que rompe con toda armonía. —bajo la hojarasca de los pinos
Chirría la brisa de noviembre. Ladra la noche en su cueva ciega; no reconozco
La tormenta sepia que rasga mis sienes, ni las cortinas muertas de mi pecho.
Ya el día me aprieta con el azabache de sus horas: —Es día o noche el escalpelo
Que corta el horizonte con un filo de olvido.
Es día o noche el miedo a los fantasmas,
Es día o noche la dolencia de las tormentas,
Es día o noche el nudo del escombro,
Es día o noche la ceniza que dejó de ser esperanza en la madera,
Es día o noche la balanza sin nutrirse de equidad,
Es día o noche el eco viviente del dolor,
Es día o noche la unidad que jamás germinó en nuestras manos,
Es día o noche la anónima paz que no dormimos,
Es día o noche la verdad desangrada en nuestras bocas,
Es día o noche la angustia que siempre nos persiguió,
Es día o noche el jardín del que apenas hablamos,
Es día o noche la noche con murciélagos en las paredes,
Es día o noche la intemperie que siempre nos abrigó con jinetes desbocados.
Tal vez nunca lo sepa. Tal vez nunca lo sepamos, porque vivimos entre tantas
Grietas y alambradas que nos fue difícil todo sosiego. Y porque nos volvimos
Muertos vivientes frente al trajín del presente. Tal vez nunca lo sepa. Tal vez
Nunca lo sepamos: —uno y otro entre telarañas de alfileres.
Uno y otro ahogados en el vuelo,
Uno y otro meditando sin retorno atrás de las ventanas,
Uno y otro igual que el desvelo masticando recuerdos,
Uno y otro respirando en su fe última…
Barataria, 17.XI.2008
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Leer más de André Cruchaga en: Arte Poética-Rostros y Versos, Cuaderno del Zorzal, Álbum Nocturno y Laberinto del Torogoz.
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