jueves, 13 de noviembre de 2008

Afonía de la noche-André Cruchaga

Joan Miró






_______________________Afonía de la noche




El hombre usa sus antiguos desastres como espejo.
ROQUE DALTON



Antiguas noches se refractan en espejos de nublados ríos.
Antiguos días socavan la transparencia del azúcar, noches
Enteras en el emporio de las calles, atisbando relámpagos;
En el fondo, es la misma sal corroyendo las pupilas sobre
Viejos muelles donde graznan las pupilas inciertas gaviotas
Y albatros. La noche perdió sus vocales pausadas, sus élitros;
Nos queda la escarcha de los calendarios en la comisura
De los labios. Nos queda, en las sienes, el promontorio
De publicidad con sus depresivas vallas de consumo; nos queda
El chantaje y el soborno como esos tumores sin posible cirugía
Para sanar la vida pública y el alma del Estado que, en su agonía,
Se ha tornado un laberinto de gatos y una celda de heladas
Identidades, donde el amor apenas si se ve, apenas si se atisba
A través de puertas secretas y rumor de madera quebradiza.

Desfila por doquier un cementerio de periódicos al servicio
Del insomnio. Las ventanas reprimidas de la alegría; los peligros
De la trivialidad merodean como la tempestad agresiva
De la ceniza; el paisaje con su saña está hecho para el olvido…
En la noche caduca el paladar con ventiscas de amargor;
Nuestro diario vivir incesante en estas latitudes no deja de ser
Un fragmento de viajes, una constante avalancha de caras
Cercenadas sobre la misma lengua del ansia…

Nada nos da una contrafigura que abata la niebla;
En el fondo es la misma hendidura esparcida, la misma amenaza,
La borrosa boca del invierno respirando cosas al vacío.
Con el esqueleto extenuado de la aurora, haciendo estallar
La hojarasca, nos muerde a carcajadas la cartulina del horizonte,
Las bragas desgastadas del desatino, las verduras podridas
De los mercados, la porfiada bruma de un crepúsculo sin rostro,
La camisa de fuerza, agria, de las cloacas donde sepultan
El zorzal de una posible primavera, de un posible cambio de rieles.
Pero nada hace suponer que tengamos nuevos trenes en las manos,
Ni ventanas de sedientos aires, ni frazadas de armónicos patios,
Sino llovizna de arrugadas mejillas, docenas de tropezones
Galopantes, sorbiendo el dolor torrencial de los minutos.
La humanidad entera lleva cicatrices sudadas e indelebles,
Años de sudar el vaho de los semáforos con su stop desordenado.
La noche gotea su joroba lacerante, desgreñado paraguas,
Donde apenas se respira su propio espejo. Su propia luz menguante.
Nada hace suponer cambios en los horcones que sobreviven
A este tiempo de bullicioso paisaje, alrededor del cual se han
Acumulado desvaríos y erráticos pronósticos…
Nada parece tan cierto como la noche cuando se invoca el sueño.
Nada es más cierto, supongo, que la realidad desbocada
Para construir un nuevo alfabeto…
Barataria, 25.IV.2008.

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