©Pintura de
Yves Tanguy
DESIGNIOS PROVIDENCIALES
En la mesa postrera, la luz
del filo y sus candiles encendidos.
En la gota de mar, el
designio indemne de mis sueños:
la rosa suspirada de las
palabras, o lo inexplicable que sustenta mi desnudez.
El espejo revela las ojeras
silenciosas del tiempo, el quinqué generoso
de mi inocencia, las calles
ceñidas en la garganta.
Sobre la carne, el dolor de
los arrebatos, aquellas sombras engañosas
en la boca, o sólo esa
eterna promesa del fuego.
Total, nunca nos libramos
del hechizo incesante, ni de la comunión con la miseria.
(Siempre las depredaciones
vienen en un diluvio de guijarros:
salvo el tren del cierzo,
nada resulta propicio en este extraño país.)
Acabaremos buscándonos en
los taladros, faquires palmípedos
en la huida, o carne
descompuesta por las moscas en la boca
de un perro que se atreve a
velar fotografías.
Ante las inclemencias del
terror que se ha empezado a construir,
uno descree del paisaje y
el día; da miedo la tierra con tantas cárceles,
los archivos postergados de
la historia y la justicia relegada.
Más adelante el hambre será
nuestro encuentro en mi pecho
de tantas ausencias
acumulada.
Llevamos la indecencia del
vuelo en medio de fosas execrables.
En aquel aliento suyo
encontraba lo próximo y no una partida;
pero hoy, todo ha comenzado
a ser saqueado y con ello languidece
nuestra democracia.
En la lejanía, y al pie de
un muro, un caballo de ceniza.
Del libro: «Mesón Vallejo»,
2020
© André Cruchaga
No hay comentarios:
Publicar un comentario