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OTRORA LAS
VENTANAS
Nadie se
acercó a las puertas y ventanas derribadas de los ojos, ni al esqueleto de
rocío que ha dejado indivisible la infancia. Me asustan los cirios agujereados
por la sospecha, mientras rezonga la hoja que cae del árbol. Seguro hay
indicios de cansancio en el bostezo del vuelo de tanto sollozo y asco. Junto a
mis propias precariedades, la total ausencia del pudor frente a las viejas
consignas del cuerpo. Como en un reloj de rabiosa destrucción, la felicidad y
los reproches, el vuelo como un rara avis. Siempre desoí al pájaro del sangre
del poniente, mientras se acumulaban en el pecho las garras del desvarío.
De Camino disperso, 2021
©André Cruchaga
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