DELETREO DE
PUPILAS
Un río de
profecías muerde las ojeras de este tiempo y del viento
que se
agolpa en las ventanas de ciertas noches con relámpagos
seductores,
de ese aliento que ahorca la voz en dos mitades de ascuas.
En lo
posible me aferro al menos peso posible, a la pluma o al vilano
que caben
con disimulo en el bolsillo de cuero de la noche.
De cerca
sigo la nebulosa de los días bisiestos y la rosa de furias
que se
despierta junto al día mojado de tristeza.
Hay un
goce de naufragios en los dientes sembrados en la cabeza
de ajo, o
en la helada pared del cielo con un vidrio negro de viejo
aserradero
donde uno rasga lentamente el cuerpo del crepúsculo,
donde
bóvedas de lágrimas y hastíos parecen una tormenta de hormigas.
Nunca se
extingue el dolor en un corazón de perenne ceniza,
ni la
losa del abandono en el ave Fénix del cuerpo cubierto de óxido.
A la
postre, uno encuentra la propia voz en un infinito de ruda desnudez.
Así me
imagino hoy, el deletreo de las pupilas en la gota
de
melancolía que se vierte en todo vuelo. En el aire roto del sueño.
Del libro: Fuego de llaves invisibles, 2021
©André Cruchaga
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