Fotografía: Ana María Veas González
Don de la luz
Desde el origen del mundo
La sed transforma; la luz permanece.
Toda luz enciende las mañanas
Y expande sus hilos alados:
Sus ojos claros sobre los pájaros,
El fruto, la hoja, la rama,
La mazorca y quien la trabaja.
Por esos gestos de la aurora,
Que entran como alas por las ventanas,
El árbol de la vida sigue
Junto a la savia del agua.
© André Cruchaga
El Salvador, Agosto de 2003
Don de la luz
Desde el origen del mundo
La sed transforma; la luz permanece.
Toda luz enciende las mañanas
Y expande sus hilos alados:
Sus ojos claros sobre los pájaros,
El fruto, la hoja, la rama,
La mazorca y quien la trabaja.
Por esos gestos de la aurora,
Que entran como alas por las ventanas,
El árbol de la vida sigue
Junto a la savia del agua.
© André Cruchaga
El Salvador, Agosto de 2003
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1 comentario:
Un poema atrevido en su sencillez. Luz, vitalidad. Las palabras avanzan por los senderos del árbol de la vida...
Muy hermoso, André
Te dejo un abrazo
Ana
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