Ilustración: Paisaje (André Cruchaga)
Memoria de los muelles
A Manuel Guillermo Ortega
“Sobre las ondas de la mar salada”
Francisco de Quevedo.
I
Hace tiempos que busco
La palpitación de los muelles
El recinto de las heredades
Recibiendo la sal sombreada
De misterio
Aún no la encuentro en sus canteras
Ni en su intemperie transparente
Sé sin embargo
Que aparecen en los mapas
Que tienen una extraña corriente
De sombras
De arena que a ratos
Arrebata las pupilas
O que precipitan el vacío
Que dejan los cuerpos
Cuando parten
Bajo los siete círculos del anhelo
Uno transita delirante
Esa inasible tormenta de las olas
Que en abierta audacia
Emprenden el vuelo
Hacia el umbral
De la nostalgia
Nostalgia que nos llena la piel
De fugitivos demonios
Y sombras que aspiran al silencio
Más poseso que conozco
Hace tiempos que busco
En plena mar
Esa frontera
Donde las luciérnagas
Hechizadas cantan
La dispensa sinfonía del viento
La trama abierta
De los ojos cerrados
La cápsula del diluvio
Que ahoga con su mortaja
Impensable
Sé a fin de cuentas
Que los muelles respiran
Tras espejos milenarios
Y estampan largas miradas
Sobre magnéticos jeroglíficos
Por eso son otra ventana
Donde se oficia
La espesura humana
Que se vierte sobre el agua
Sé que son un temblor perenne
Donde uno se baña
Con el azogue múltiple
De los sentidos
Y la fosforescencia de los sueños.
24102003
“No duermes. No. No duermo”
Juan Ramón Jiménez
II
Ha sido un largo viaje
Recorrer
La memoria de los muelles
La noche que cae de los ojos
El humo cansado
Que va girando en el aire
No sé quién hizo estallar
Los alelíes blancos de las olas
No sé qué humano territorio
Habita el agua
Que se siente el sigilo
Tembloroso de la carne
Y el trueno de los labios
Buscando los senos de la luz
La soledad en los muelles
No tiene límites
Hay siempre una sensación
Sin itinerarios
Calla el aliento en el tiempo
Con su vocación ardiendo
En el suplicio del espacio
Calla la lengua de las gaviotas
Cuando bebe el filo del agua
Hormiguea la materia
Cuando el horizonte
De verdad se desnuda
Sobre el lomo de los peces
Así son los muelles que mojan mi memoria
Así son las huellas del espejo de los muelles
Cuando elevan mi sienes
Como un barrilete
De lunas inefables.
El Salvador, 25102003
“Yo fui tu centinela que te veló en el alba”,
Gonzalo Rojas.
III
Corrientes de espuma
Vuelan deshechas
Y desgarran la madera
¿A dónde van los muelles
con sus espectros
mortales?
¿A dónde las pupilas que se pierden
en esa crestería
de trashumana porcelana?
¿A dónde las ventanas
con las que juega la brisa
como las hojas de un libro
gastado?
¿A dónde va la voz que quiebra
su lozana eufonía
cuando parten los barcos
cuando emprenden su itinerario
por ese largo hilo azul
que borra toda huella?
No lo sé pero seguramente
Anclarán en una estación
Donde cada quien
Le arranca sueños
Y conversaciones a las estrellas
Hasta que desaparece el musgo
De las piedras
No lo sé pero seguramente
Habrá un beso sutil en los encajes
Abiertos del cielo
Y un abrazo soltando pájaros
De tristísimos ojeras
No sé quién lanzó el relámpago
Desnudo de los muelles
Sobre un destino que busca pechos
Que sostengan la fantasía
De un navío en las pupilas
No lo sé…
El Salvador, Octubre 28 de 2003.
“Inmóvil firmamento del silencio,
una garganta eres que respira”…
Jorge Millas.
IV
En plena oscuridad
Los muelles parecen ataúdes
El silencio respira
Con los recuerdos de sus transeúntes
Allí queda prendida
Una garganta
Rutilante
Monótonamente horadada
Por las olas
Que al desparramarse
Escapan
De su cuerpo ensimismado
En plena oscuridad
Los labios se estremecen
Sobre los muelles
Que tienen siempre
La fugacidad luminosa
De los gozos terrenales
Pero también
Ese largo brazo de las permanencias
Que destella
Como un bosque
El rumor de lo humano
En ellos fundé ciudades
Y relámpagos
Pasos en la esperanza
Y ojos
Y manos
Y soplos
Remansos de ojos encendidos
Besos ardiendo como pájaros erguidos
Celestes pianos
Sobre el césped
Blanco de la espuma
En ellos fundé el sonido
De las palabras
Y las gaviotas
Y la puerta
Hacia el espejo de los viajes.
El Salvador, 28102003
“Soy el viajero que pasa
entre abrazos ajenos y sonrisas”…
Dulce María Loynaz
V
Pasan pasajeros corriendo como potros
Sobre los ojos salados de los muelles
Hay vértigos y delirios a bordo
Hay transpiración y escalofríos
Hay tanta sangre creciendo
Hay penas y vidas cansadas
Hay tristezas que giran en las pupilas
Hay simplemente sombras que gritan sobre las olas
Hay zapatos gastados
Hay días espesos de niebla como los fracasos
Hay madera mojada y metales
Hay gangosidades que babean como bocinas
Hay lluvias conyugales mojando la carne
Hay sílabas que se lleva la brisa
Y otras que perduran en las entrañas
Hay un inmenso afán de asir las olas
Hay un mar que nos da su lengua
Hay huracanes que gotean desde los cuerpos
Hay sal que escapa del insomnio de los siglos
Hay pañuelos ondeando sensatamente sus monólogos
Hay olvidos remotos rechinando sombras
Hay aves cansadas en las manos
Hay demonios invocando indiferencias
Hay cenizas que dejan los cuerpos cuando parten
Hay besos que dejan una herida profunda
Del tamaño del océano
Hay murallas sin embargo
Que cierran los cuatro puntos cardinales
Hay cabelleras que flotan como los sueños
En la memoria
Hay memorias que llevan los sueños
Colgando la alegría en sus alas
Hay memoria que pasa por puertas y ventanas
Junto a “muelles fríos”.
El Salvador, 2003
Memoria de los muelles
A Manuel Guillermo Ortega
“Sobre las ondas de la mar salada”
Francisco de Quevedo.
I
Hace tiempos que busco
La palpitación de los muelles
El recinto de las heredades
Recibiendo la sal sombreada
De misterio
Aún no la encuentro en sus canteras
Ni en su intemperie transparente
Sé sin embargo
Que aparecen en los mapas
Que tienen una extraña corriente
De sombras
De arena que a ratos
Arrebata las pupilas
O que precipitan el vacío
Que dejan los cuerpos
Cuando parten
Bajo los siete círculos del anhelo
Uno transita delirante
Esa inasible tormenta de las olas
Que en abierta audacia
Emprenden el vuelo
Hacia el umbral
De la nostalgia
Nostalgia que nos llena la piel
De fugitivos demonios
Y sombras que aspiran al silencio
Más poseso que conozco
Hace tiempos que busco
En plena mar
Esa frontera
Donde las luciérnagas
Hechizadas cantan
La dispensa sinfonía del viento
La trama abierta
De los ojos cerrados
La cápsula del diluvio
Que ahoga con su mortaja
Impensable
Sé a fin de cuentas
Que los muelles respiran
Tras espejos milenarios
Y estampan largas miradas
Sobre magnéticos jeroglíficos
Por eso son otra ventana
Donde se oficia
La espesura humana
Que se vierte sobre el agua
Sé que son un temblor perenne
Donde uno se baña
Con el azogue múltiple
De los sentidos
Y la fosforescencia de los sueños.
24102003
“No duermes. No. No duermo”
Juan Ramón Jiménez
II
Ha sido un largo viaje
Recorrer
La memoria de los muelles
La noche que cae de los ojos
El humo cansado
Que va girando en el aire
No sé quién hizo estallar
Los alelíes blancos de las olas
No sé qué humano territorio
Habita el agua
Que se siente el sigilo
Tembloroso de la carne
Y el trueno de los labios
Buscando los senos de la luz
La soledad en los muelles
No tiene límites
Hay siempre una sensación
Sin itinerarios
Calla el aliento en el tiempo
Con su vocación ardiendo
En el suplicio del espacio
Calla la lengua de las gaviotas
Cuando bebe el filo del agua
Hormiguea la materia
Cuando el horizonte
De verdad se desnuda
Sobre el lomo de los peces
Así son los muelles que mojan mi memoria
Así son las huellas del espejo de los muelles
Cuando elevan mi sienes
Como un barrilete
De lunas inefables.
El Salvador, 25102003
“Yo fui tu centinela que te veló en el alba”,
Gonzalo Rojas.
III
Corrientes de espuma
Vuelan deshechas
Y desgarran la madera
¿A dónde van los muelles
con sus espectros
mortales?
¿A dónde las pupilas que se pierden
en esa crestería
de trashumana porcelana?
¿A dónde las ventanas
con las que juega la brisa
como las hojas de un libro
gastado?
¿A dónde va la voz que quiebra
su lozana eufonía
cuando parten los barcos
cuando emprenden su itinerario
por ese largo hilo azul
que borra toda huella?
No lo sé pero seguramente
Anclarán en una estación
Donde cada quien
Le arranca sueños
Y conversaciones a las estrellas
Hasta que desaparece el musgo
De las piedras
No lo sé pero seguramente
Habrá un beso sutil en los encajes
Abiertos del cielo
Y un abrazo soltando pájaros
De tristísimos ojeras
No sé quién lanzó el relámpago
Desnudo de los muelles
Sobre un destino que busca pechos
Que sostengan la fantasía
De un navío en las pupilas
No lo sé…
El Salvador, Octubre 28 de 2003.
“Inmóvil firmamento del silencio,
una garganta eres que respira”…
Jorge Millas.
IV
En plena oscuridad
Los muelles parecen ataúdes
El silencio respira
Con los recuerdos de sus transeúntes
Allí queda prendida
Una garganta
Rutilante
Monótonamente horadada
Por las olas
Que al desparramarse
Escapan
De su cuerpo ensimismado
En plena oscuridad
Los labios se estremecen
Sobre los muelles
Que tienen siempre
La fugacidad luminosa
De los gozos terrenales
Pero también
Ese largo brazo de las permanencias
Que destella
Como un bosque
El rumor de lo humano
En ellos fundé ciudades
Y relámpagos
Pasos en la esperanza
Y ojos
Y manos
Y soplos
Remansos de ojos encendidos
Besos ardiendo como pájaros erguidos
Celestes pianos
Sobre el césped
Blanco de la espuma
En ellos fundé el sonido
De las palabras
Y las gaviotas
Y la puerta
Hacia el espejo de los viajes.
El Salvador, 28102003
“Soy el viajero que pasa
entre abrazos ajenos y sonrisas”…
Dulce María Loynaz
V
Pasan pasajeros corriendo como potros
Sobre los ojos salados de los muelles
Hay vértigos y delirios a bordo
Hay transpiración y escalofríos
Hay tanta sangre creciendo
Hay penas y vidas cansadas
Hay tristezas que giran en las pupilas
Hay simplemente sombras que gritan sobre las olas
Hay zapatos gastados
Hay días espesos de niebla como los fracasos
Hay madera mojada y metales
Hay gangosidades que babean como bocinas
Hay lluvias conyugales mojando la carne
Hay sílabas que se lleva la brisa
Y otras que perduran en las entrañas
Hay un inmenso afán de asir las olas
Hay un mar que nos da su lengua
Hay huracanes que gotean desde los cuerpos
Hay sal que escapa del insomnio de los siglos
Hay pañuelos ondeando sensatamente sus monólogos
Hay olvidos remotos rechinando sombras
Hay aves cansadas en las manos
Hay demonios invocando indiferencias
Hay cenizas que dejan los cuerpos cuando parten
Hay besos que dejan una herida profunda
Del tamaño del océano
Hay murallas sin embargo
Que cierran los cuatro puntos cardinales
Hay cabelleras que flotan como los sueños
En la memoria
Hay memorias que llevan los sueños
Colgando la alegría en sus alas
Hay memoria que pasa por puertas y ventanas
Junto a “muelles fríos”.
El Salvador, 2003
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