lunes, 21 de julio de 2025

ALFABETO PRECIPITADO

Imagen  Pintura de  Antoni Tàpies


ALFABETO PRECIPITADO

 

 

Aquí los sueños desamarrados y sin anestesia la fosilización de la alegría y la vocación perenne por los pañuelos: ante la desconfianza se nos impone la autorregulación de cada escalofrío en su doble filo la mordaza del bisturí pigmenta la yugular hasta desfondar el horizonte en las estrías que nos han dejado tantas cicatrices hay puñado de nostalgias, pero tal como dice Virginia Wolf: «No es necesario apresurarse. No es necesario brillar. No es necesario ser nadie más que uno mismo» al final se hunde en nosotros un desierto que oscila entre la bisutería y el silencio aunque sea de anquilosadas paredes por doquier la madera precipitada de las ventanas y el abecedario a punto de desfallecer entre las manos hay muchos alfabetos ásperos que trepan al sueño y espinas que entran a la piel y noches con denso follaje en abrigos aturdidos: frente a la página del infinito me es imposible evadir las nostalgias: el arroyo del peñasco que me habla el pezón dulce transcurrido en la corriente o los minutos rozando el cuello de cometas y roedores mientras camino también recorro el espejo labrado del invierno es como si de la línea de los poros saliera el incienso el centelleo del ápice de la lengua y desembarcaran todos los peces al unísono muerde y retumba la respiración sube toda la corriente después quedo como el país: gastado de zapatos y de boca alelado inclusive frente a los puntos cardinales  —sé que he sobrevivido a tantas vidas: mi niñez, adolescencia y juventud a veces sólo importan los recuerdos y sus alcances el cuerpo es más cierto que el amor aunque uno acabe bostezando en medio de los tantos embustes de la deshora de la guerra y los muertos sólo recuerdos las huidas y los canastos de pájaros sacados del pecho a fin de cuentas mis manos no eran tus manos y para nombrarte tengo que sopesar las espinas y abrirle hoyitos al fuego y desamarrar las precipitaciones y condenarme cada vez a los nuevos amaneceres uno sólo se marcha hacia donde no existen los estados de sitio ni diseccionan la intimidad ni ensordecen las palabras claro que el alfabeto puede alcanzar el absoluto de la gangrena o el camino mortífero sin la conmiseración del caso en nuestro caso la noche es nuestro alfabeto con todos sus pecados

 

Del libro: «Garaje para fósiles», Barataria, 2019

©André Cruchaga

Imagen  Pintura de  Antoni Tàpies


 

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