Imagen Pintura de
Antoni Tàpies
ALFABETO PRECIPITADO
Aquí
los sueños desamarrados y sin anestesia la fosilización de la alegría y la
vocación perenne por los pañuelos: ante la desconfianza se nos impone la
autorregulación de cada escalofrío en su doble filo la mordaza del bisturí
pigmenta la yugular hasta desfondar el horizonte en las estrías que nos han
dejado tantas cicatrices hay puñado de nostalgias, pero tal como dice Virginia
Wolf: «No es necesario apresurarse. No es necesario brillar. No es necesario
ser nadie más que uno mismo» al final se hunde en nosotros un desierto que
oscila entre la bisutería y el silencio aunque sea de anquilosadas paredes por
doquier la madera precipitada de las ventanas y el abecedario a punto de
desfallecer entre las manos hay muchos alfabetos ásperos que trepan al sueño y
espinas que entran a la piel y noches con denso follaje en abrigos aturdidos:
frente a la página del infinito me es imposible evadir las nostalgias: el
arroyo del peñasco que me habla el pezón dulce transcurrido en la corriente o
los minutos rozando el cuello de cometas y roedores mientras camino también
recorro el espejo labrado del invierno es como si de la línea de los poros
saliera el incienso el centelleo del ápice de la lengua y desembarcaran todos
los peces al unísono muerde y retumba la respiración sube toda la corriente después
quedo como el país: gastado de zapatos y de boca alelado inclusive frente a los
puntos cardinales —sé que he sobrevivido
a tantas vidas: mi niñez, adolescencia y juventud a veces sólo importan los
recuerdos y sus alcances el cuerpo es más cierto que el amor aunque uno acabe
bostezando en medio de los tantos embustes de la deshora de la guerra y los
muertos sólo recuerdos las huidas y los canastos de pájaros sacados del pecho a
fin de cuentas mis manos no eran tus manos y para nombrarte tengo que sopesar
las espinas y abrirle hoyitos al fuego y desamarrar las precipitaciones y
condenarme cada vez a los nuevos amaneceres uno sólo se marcha hacia donde no
existen los estados de sitio ni diseccionan la intimidad ni ensordecen las palabras
claro que el alfabeto puede alcanzar el absoluto de la gangrena o el camino
mortífero sin la conmiseración del caso en nuestro caso la noche es nuestro
alfabeto con todos sus pecados
Del
libro: «Garaje para fósiles», Barataria, 2019
©André
Cruchaga
Imagen Pintura de
Antoni Tàpies
No hay comentarios:
Publicar un comentario