©Pintura de
Joan Miró.
PRIMAVERA EVOCADA
Y tienes que venir a mi memoria
/ como un ángel dormido,
Exhausto de haber amado tanto/
mi boca transigente y lúcida.
LUIS MIGUEL RABANAL
Aquí un sendero de poluciones en las ojeras del firmamento con su afán
de tránsito, el cuerpo de un pájaro apacentado por los dedos, las comisuras de
cristal del viento amanecido debajo de un sostén de latidos a ritmo del deseo
como la hoja del fuego desposado. Aquí la rosa de rodillas frente a la pira del
sofoco. (Ambos aprendimos a derramar la yesca calcinada de la piel, mientras
la ciudad, a contraluz, escribía el poema con brasas luminiscentes.) De
aquellas caídas, latentes y abiertas, creo escuchar la fragancia de las alas y
el poniente de musgo anticipado de dos sombras que se precipitaban en el
horizonte. El diluvio se nos lanzaba sobre el fragor de la marea de la
primavera y la sangre. En aquella pleamar tuvo sentido la música y el deshoje
de «la rosa del pecado.» Deduzco, mientras callo que todo era el prefacio de un
destrozado invierno en los flecos de mi apetencia.
Del libro:
«Un fuego desmemoriado», 2020
© André
Cruchaga
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