© Obra pictórica de Jackson Pollock
SIN NINGÚN REPARO
tú cerrabas puertas, te asustabas del viento,
repetías palabras embotadas,
Johanna Venho
Entre la maleza de lo cotidiano, esos quebrantos de los jardines de la memoria, los días de nulidades en los estanques del tiempo: uno no resbala en la ceniza sino en el calendario, en el aliento de los relojes, en la polilla que muerde sin demora las ansias. Hoy o ayer, es igual. ¿Existes?—Le pregunto a la ceniza. Sí, en el absoluto de la voz que juega a los tiempos del pluscuamperfecto. Por cierto, todo tiene dientes y lunas de cansancio y manchas redondas en los trenes de la conciencia. En los ijares se va amalgamando un viento de lunas embotadas, el hueso manando de la risa, los explosivos consuetudinarios de la ira, los andamios de saliva dilatados en la memoria tardía de la ternura. Un poema después de todo es una fogata de sueños y pasmos; (Usted, sin reparo, —si así lo desea— escríbale al amor, al ajo, a la cebolla, a los zapatos, al vinagre, a los suicidas, a la miopía, al atardecer de los ojales, a las ojeras cinematográficas del día, al alambique que bracea como un pez en ciertas profundidades, al invierno, a todo lo humano que tienen los desvelos, a la sinuosidad de los paisajes. Usted escríbale a la palidez, a las pupilas vaciadas del enjambre. Escríbale a las gigantescas heces de la avaricia.)
Del libro: “Ahora es de noche y tú no tienes nombre”, 2022.
©André Cruchaga
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