© Obra pictórica de Joan
Mitchell
FLORACIÓN
INSOMNE
..hay
un taller que fragua sin cesar tu muestrario de máscaras.
Es
un recinto que retrocede y que te absorbe exhalando el paisaje.
Olga
Orozco
Y pues, otra vez, el galope del
clamor infamante en la tierra.
Allí, donde conviven los balcones
del poniente y la memoria.
En el farol amarrado a trenes
ebrios, el agua en la mordedura
insaciable del destino, la luz
sorda entre callejones.
Vivimos en la certidumbre del
camino encontrado, revelado
el designio, más allá del mundo
habitado por la conciencia.
Vivimos sosteniéndonos en una
tierra de negaciones,
sin que la claridad alivie las
oscuridades.
Las palabras se nos pierden en ese vórtice
de luz mortifica.
En las pupilas el agua abrasa el
aliento de las ramas del alma,
los ojos que esperan en su
claustro, el reverdecer de las ventanas.
Nadie habla junto a mí frente a la
puerta de las estribaciones.
Nadie en la profanación del país
escuchando su pecho.
Desde el rescoldo de las
floraciones insomnes, los trapos del agua
picotean la voz del paisaje:
afloran los recuerdos.
De todas las señales en el rostro,
el murmullo tibio del viaje,
como una callada fogata en las
imágenes rotas del despojo.
Así son las formas desdobladas de
las cicatrices, la potestad
de huesos en el filo del
desasosiego, agrio de hogueras de extravío.
De: Como quien pide luz o pide
agua, 2021.2022
©André Cruchaga
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