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BAUTISMO DEL POLEN
Regresar al ala, siempre da la
sensación de un vilano arrastrado por el viento: recordarte es quitarle los
candados al tiempo, revelar la palabra húmeda que yace en el umbral del
aliento, entre íntimos imaginarios y diaria floración. Si bien en la memoria
hay extravíos, persigo la ventana atávica de tu plenitud en el espejo del alero.
—En ese sitio me instalo con todo el carcaj de mis ventanas, ahí donde se
oficia hacia dentro, el sagrado bautismo del polen. Cada vez mi humanidad busca
ese día inédito que engulla la gota posesa del cordón umbilical.
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Del libro: “Lejanías rotas”, 2020
©André Cruchaga
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