domingo, 17 de febrero de 2019

MONÓLOGO

© Edgar Degas - Woman Drying Herself






MONÓLOGO




Y mis ojos lloran frente a las úlceras del dolor y al metal del cielo.
Mi memoria siempre juega al encanto de los desencuentros.
En el diente postizo de la felicidad, los espejos jamás envejecen,
ni siquiera en aquel monólogo de máscaras masticando jengibre,
o haciendo a dos bocas el submarino.
Luego cabalgo en la ingle aguda de los aguijones,
en el éter entero del día o  en opioide de mi infancia actual.
Raras veces salgo ileso de mi conciencia,
de los habituales funerales del horror que nunca acaban,
del polen trizado en el pez del silabario.

Claro que en la oscuridad descansa el cielo entre escupitajos,
agrios de peñascos y vapores.
Desconozco si es Mateo, Juan, Pedro, Lucas, el personaje extraño
en mi alma, el que centellea en la distancia,
de este trópico atravesado por la locura.

A mi me parece hostil el harapo, el abandono y la domesticación.
Es terrible cuando los zapatos carecen de la furia suficiente,
y no está cerca el olvido, ni la imagen tuya sobre mi piel,
ni el verdadero alivio para descender al infierno.
Cuando acabe todo lo miserable, seguro reposará mi bolsillo.
Y dejarán de roerme las ausencias.

Del libro “Vallejo dream”, 2019
©André Cruchaga
© Edgar Degas - Woman Drying Herself

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