Pintura: Joan Miró
Medianoche, nocturno del subsuelo
Para SYG
Mis pensamientos se bifurcan, serpean, se enredan,
Recomienzan,
Y al fin se inmovilizan, ríos que no desembocan,
Delta de sangre bajo un sol sin crepúsculo.
¿Y todo ha de parar en este chapoteo de aguas muertas?
Octavio Paz
La noche cae sobre los ojos:
Gritan las sienes al pie del horizonte,
Rueda la alegría en neblina,
—rueda, grita la tierra;
Las cuerdas del pecho tiemblan entre rieles
De lágrimas ahogadas. —ya no hay estación
Posible para cantar —pájaro herido
Por antorchas sin pabilo. Nada ilumina
Las ventanas, ni el viento danza.
—Es un día sin puentes. La noche baja
Salpicada como abejas en el cuerpo.
El alba cae al vacío, mientras las campanas
Se marchitan en la herrumbre de las alas.
Estallan las agujas como ramas de recio huracán;
Un pozo de dolor se yergue —jarcias
De agonizante ceniza,
Sobre la niebla que dejan los barcos cuando se alejan.
El reloj envejeció de vida —náufrago espejo,
Mutilada vida sin camino.
Te perseveré en vano. Para qué revivir
Lo vivido, para qué alas póstumas
Y caminos sin zapatos y recuerdos de gastada ceniza.
Ahora se cierran las ventanas:
—Los sueños se alejan de los ojos,
Nido bajo musgo, armario astillado
Como los dientes abiertos de las piedras.
¡Nada queda porque nunca existió nada!
“Te hice la más bella de las mujeres
Tan bella que enrojecías en las tardes”.
Ahora la ceniza grazna desnudas cruces,
Y levanta en mis ojos cielos enmohecidos.
El pañuelo del calendario lava su humo:
—uno aprende a decir adiós en invierno
Y a caminar sobre siglos de frío;
Uno aprende a soltar lo que se tiene en las manos,
Aunque la roca de la angustia
—en su silencio de labios cerrados—
Se torne un reloj de cardos, o un jardín
De indiferentes guitarras.
Algo muere en el corazón: la voz, la lejanía;
El agua de las pupilas, en cambio,
Desciende a goterones sobre las tejas del universo.
—Da en tierra sin horadar las puertas del insomnio,
Camino de la noche, encima del musgo:
Herida que, —celda, alma náufraga,
Incuba cementerios
Y horizonte de espinas…
Ella era lámpara y puerto. Era la palabra:
—Fónico espejo del anhelo
Entre bandada de ventanas…
Barataria, 02. 09. 2007.
Medianoche, nocturno del subsuelo
Para SYG
Mis pensamientos se bifurcan, serpean, se enredan,
Recomienzan,
Y al fin se inmovilizan, ríos que no desembocan,
Delta de sangre bajo un sol sin crepúsculo.
¿Y todo ha de parar en este chapoteo de aguas muertas?
Octavio Paz
La noche cae sobre los ojos:
Gritan las sienes al pie del horizonte,
Rueda la alegría en neblina,
—rueda, grita la tierra;
Las cuerdas del pecho tiemblan entre rieles
De lágrimas ahogadas. —ya no hay estación
Posible para cantar —pájaro herido
Por antorchas sin pabilo. Nada ilumina
Las ventanas, ni el viento danza.
—Es un día sin puentes. La noche baja
Salpicada como abejas en el cuerpo.
El alba cae al vacío, mientras las campanas
Se marchitan en la herrumbre de las alas.
Estallan las agujas como ramas de recio huracán;
Un pozo de dolor se yergue —jarcias
De agonizante ceniza,
Sobre la niebla que dejan los barcos cuando se alejan.
El reloj envejeció de vida —náufrago espejo,
Mutilada vida sin camino.
Te perseveré en vano. Para qué revivir
Lo vivido, para qué alas póstumas
Y caminos sin zapatos y recuerdos de gastada ceniza.
Ahora se cierran las ventanas:
—Los sueños se alejan de los ojos,
Nido bajo musgo, armario astillado
Como los dientes abiertos de las piedras.
¡Nada queda porque nunca existió nada!
“Te hice la más bella de las mujeres
Tan bella que enrojecías en las tardes”.
Ahora la ceniza grazna desnudas cruces,
Y levanta en mis ojos cielos enmohecidos.
El pañuelo del calendario lava su humo:
—uno aprende a decir adiós en invierno
Y a caminar sobre siglos de frío;
Uno aprende a soltar lo que se tiene en las manos,
Aunque la roca de la angustia
—en su silencio de labios cerrados—
Se torne un reloj de cardos, o un jardín
De indiferentes guitarras.
Algo muere en el corazón: la voz, la lejanía;
El agua de las pupilas, en cambio,
Desciende a goterones sobre las tejas del universo.
—Da en tierra sin horadar las puertas del insomnio,
Camino de la noche, encima del musgo:
Herida que, —celda, alma náufraga,
Incuba cementerios
Y horizonte de espinas…
Ella era lámpara y puerto. Era la palabra:
—Fónico espejo del anhelo
Entre bandada de ventanas…
Barataria, 02. 09. 2007.
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