Imagen Jock Macdonald
SABIDURÍA DE LOS MUERTOS
Hubo una época en que la
sombra, posesa, menesterosa, profunda,
ardió en excesos. Nunca lo
olvidan los charcos en el corazón.
Ahora esa sombra subterránea
desafía cualquier pensamiento.
La ignominia, se hizo añicos
en su moldura.
Soy libre, aunque nade
siempre contracorriente. Esta libertad se abre,
«se abre más allá del
espíritu, la ancha belleza subconsciente, trágica,
fúnebre, guía mis pasos en
la oscura claridad» de mi tiempo.
En nuestra aldea todavía uno
se arrodilla, sordos y en silencio, sordos
ante el poder que, ha
aprendido a parir dogmas monumentales,
axiomas, sombras que lloran
y nacen, muertos civiles con su oratoria,
muertos por los siglos
caminando,
muertos recién nacidos de la
muerte, impávidos como la anatomía
de la tierra, nuestra
tierra, la tierra de todos que continuará
ensangrentada,
ensangrentados desde la prehistoria de los mares.
La oscuridad siempre los
eructa y no hemos inventado a estos hijos
de la tierra, por necesidad
están aquí como migas de lluvia
en el sendero, y así
seguirán, desnudos, levantando un pañuelo
blanco, una mano
premonitoria que los respire,
una eternidad que haga sus
costuras en la gramática del miedo.
En la sabiduría de un
proverbio o un salmo, jamás un funeral
es suficiente cuando tiene
carácter utilitario.
Es probable que los muertos
sigan siendo nuestro terror manifiesto;
Está bien entonces,
llamarse, Pedro, Juan, Mateo.
Del libro: «Insubordinación
civil de las palabras», Barataria, 2014
©André Cruchaga
Imagen Jock Macdonald