sábado, 6 de septiembre de 2025

DE PRONTO, LA ESPERA

 

Pintura de Jackson Pollock



DE PRONTO, LA ESPERA

 

 

Se multiplica el día en los espejos

del gran escaparate, entre lunas altivas,

me llama la atención una figura…

MILAGROS SALVADOR

 

 

Por tu cuerpo, los brazos míos,

poros ofrecidos, gajos de luz

como un rascacielos de fósforos en mi respiración;

por tu cuerpo, 

el gozo de las palabras jugando al camino,

al puñado de luciérnagas hechas sed, amaranto, 

búsqueda irremediable;

una voz muerde las sílabas con esa música que sabe a canela,

a mar, a lontananza. 

 

Por tu cuerpo sale el poema

sin Pie quebrado,

entero como el rigor intenso y firme de la turbulencia;

hacia el nido,

la sábana es un absurdo.

La boca

fragor de música.

Por el agua de fuego que bebemos, 

habremos de consumirnos

en el ventarrón de los orgasmos

hasta que piedra sobre piedra sea un solo latido,

un mortero

a quemarropa, en los tendones del badajo.

Por tu cuerpo, hecho de brasas y campanas,

el rojo del latido enarbola

los metales; el juego es un ave rapaz,

el mediodía del solsticio,

las lilas en espiral ardido.

Cuando más es la espera,

sube solidario el mendrugo,

caldera de dos cuerpos;

en el pan que abrasan las pupilas,

la caricia derrite la materia,

el navío donde todo

se vuelve inagotable. 

 

Por tu cuerpo he venido a beber tiempo y abejas,

racimos de miel en el azahar del sexo,

alberca donde cava el desatino;

en el acecho quemamos la garganta,

esa espera que hace largo el vuelo,

el barco terco de las caderas,

el fogón que nos de permanencia en el acantilado.

De pronto la espera,

dura moneda del poniente,

la espera,

 quemadura.

 

Por tu cuerpo caduca la urbanidad,

la claridad absoluta;

y no importa esperar a que el jadeo

brote deshojado,

igual que un otoño de hojas húmedas en las manos,

igual que el deslizamiento del eclipse

sobre la caleta del ombligo. 

Por tu cuerpo,

sitúo la flama en la hondonada y no importa

cuánto mundo tenga la lección que aprendemos

en las redes movedizas del desasosiego.

Ante los ojos,

El cuerpo volcánico del laberinto:

nuestro tesoro que nos ancla en el arroyo.

Siempre el cuerpo

se enciende con azúcar, digamos,

azúcar cárdena del musgo

en el paladar del tiempo.

Por tu cuerpo bebo a jarras el espejismo.

Y no importa esperar

en el sereno, si los párpados sin brida,

beben la vigilia del tatuaje,

la luz de la almohada, las raíces del vientre,

la diadema de los lóbulos,

esta cobija que nos asiste.

 

Esperamos que playa y mar no angosten los litorales

y que la fecundidad, haga lo suyo:

unir el eslabón del vuelo sin riesgo a que la tarde

nos haga caer en el vacío.

 

 

Del libro: «Dictado de sombras», Barataria, 2011

©André Cruchaga

Imagen Pintura de Jackson Pollock