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PARAÍSO
PERDIDO
Cambia la piel
debajo de la cobija de tinta de los periódicos. Una gota de frío se precipita
sobre los espejos, las líneas de lluvia hacen de las ojeras, un yagual de
vacíos grises. Nada nuevo, ahora, frente a los párpados, salvo el leve
hollín que se desprende de los pensamientos, el paraíso que se acaba en lo
remoto. (Éramos fulgor vivo en la tierna
piel que nos hablaba del mar; luego, fuimos adusto coágulo en la mosca demente
de las confabulaciones. Al cabo, nunca más encontramos el retorno.)
Del libro: Firmamento antiguo, 2020.
©André Cruchaga
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