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miércoles, 13 de enero de 2021

SOMBRA KAFKIANA

 

©Obra de Franz Kline



SOMBRA KAFKIANA

 

 

Usted ni lo imagina después de todo: no imagina los retrovisores de mis palabras esas extrañas torpezas de mi locura los extremos cuidados que tengo con el chorrito de  orina de la calles con las murmuraciones que empañan mi titubeo a menudo fulminantes figurativas las más de las veces ya fuera de cualquier decoro me río de pliegues visibles de las arrugas claro no siempre tengo elección así que agacho la cabeza y huyo del absoluto de la ferocidad constantemente me quedo contemplando la melancolía lo incorpóreo de viajar por estas calles del país lo infinitamente repugnante que es mi joroba la sonrisa descascarada  y frágil de la geografía al momento de arreglar las verdades de este mundo: hay muchos ojos puestos en mi mesa frente a mí algunos desastres las sombras kafkianas de los periódicos los cómics cocidos a fuego lento traslúcidos para no hendir demasiado las conciencias —de pronto siento que me es familiar el olor de las sombras la oscuridad indecisa de tu sexo el presentimiento que se abre con alguna certidumbre (al cabo la felicidad siempre se nos muere primero yo lo he advertido siempre ante el despojo tanta humedad y recuerdos no son posibles cuando la ceniza se esparce en mi locura) retraído el corazón no escucha las mareas ni las moscas de las gesticulaciones vacías ni los objetos vibrátiles de las antípodas uno está sujeto a los estados naturales de lo dantesco y a esa guarnición de discursos entorpecidos a voluntad de la sapiencia mis interlocutores habituales son los mensajes subliminales de un anticuario lúdico esperando la revelación de algún camuflaje o también el colorcito de las visiones desteñidas —en la hoja cavernosa de mis poluciones un aullido de cuchillos rebota en mis ijares mientras sigo añadiendo fotografías a mi melancolía a ratos silbo es cierto en vez de balbucear escribo tratando de cortar mi cordón umbilical o limpiar las suturas que me dejan los equívocos es cierto a veces oigo risas grotescas como el monóxido entrando en mi garganta o los coágulos de paraíso de la cópula o el hormiguero abominable del pecado por lo demás tengo una espátula para rasparle la cara a las estatuas a fin de que convalezcan de su delirio el silencio arde ahora en una república de desmemoria con el corazón roto arde en una especie de martirio la hipocresía los canallas que quieren arrancarle el corazón a nuestra patria…

  

Del libro Estado fósil, 2017

©André Cruchaga

©Obra de Franz Kline


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