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miércoles, 30 de agosto de 2017

SOMBRA KAFKIANA

Imagen cogida de la red





SOMBRA KAFKIANA





Usted ni lo imagina después de todo: no imagina los retrovisores de mis palabras esas extrañas torpezas de mi locura los extremos cuidados que tengo con el chorrito de  orina de la calles con las murmuraciones que empañan mi titubeo a menudo fulminantes figurativas las más de las veces ya fuera de cualquier decoro me río de los  pliegues visibles de las arrugas claro no siempre tengo elección así que agacho la cabeza y huyo del absoluto de la ferocidad constantemente me quedo contemplando la melancolía lo incorpóreo de viajar por estas calles del país lo infinitamente repugnante que es mi joroba la sonrisa descascarada  y frágil de la geografía al momento de arreglar las verdades de este mundo: hay muchos ojos puestos en mi mesa frente a mí algunos desastres las sombras kafkianas de los periódicos los cómics cocidos a fuego lento traslúcidos para no hendir demasiado las conciencias de pronto siento que me es familiar el olor de las sombras la oscuridad indecisa de sus partes el presentimiento que se abre con alguna certidumbre (al cabo la felicidad siempre se nos muere primero yo lo he advertido siempre ante el despojo tanta humedad y recuerdos no son posibles cuando la ceniza se esparce en mi locura) retraído el corazón no escucha las mareas ni las moscas de las gesticulaciones vacías ni los objetos vibrátiles de las antípodas uno está sujeto a los estados naturales de lo dantesco y a esa guarnición de discursos entorpecidos a voluntad de la sapiencia mis interlocutores habituales son los mensajes subliminales de un anticuario lúdico esperando la revelación de algún camuflaje o también el colorcito de las visiones desteñidas en la hoja cavernosa de mis poluciones un aullido de cuchillos rebota en mis ijares mientras sigo añadiendo fotografías a mi melancolía a ratos silbo es cierto en vez de balbucear escribo tratando de cortar mi cordón umbilical o limpiar las suturas que me dejan los equívocos es cierto a veces oigo risas grotescas como el monóxido entrando en mi garganta o los coágulos de paraíso de la cópula o el hormiguero abominable del pecado por lo demás tengo una espátula para rasparle la cara a las estatuas a fin de que convalezcan de su delirio
Barataria, 2017

lunes, 28 de agosto de 2017

DESVARÍO

Pintura Joan Miró, cogida de Pinterest





DESVARÍO





En el matasello de los días de distancia un pájaro huraño muerde mis insomnios mientras el zumbido del laberinto es goteo permanente hasta el punto de construir alfabetos indecibles o fábulas letárgicas: a veces sólo tiene sentido la dilatación de los furores el retumbo ensordecido de las semanas y este fiero arrebato de la porfía (uno deja de preocuparse hasta de las zancadillas y el mal de ojo del porvenir) claro nunca son fáciles de sobrellevar las inclemencias del crimen la codicia feroz de los olvidos esa ventura de la expiación y el amargo discurso del sollozo en medio de tantas largas osamentas estás vos y alrededor las telarañas implacables de fiebre en el espejo (o sólo la memoria o sólo el corazón o sólo carne sonámbula amontonada y sentida en la palabra) la materia alucinada del espejo y el armario encendido de tu nombre conmigo aun después del fuego puntual y callado ardorosa de silencio obediente al ojo que te desdibuja más allá del tren que va o viene o sube hasta arrebatar lo sucedido: en la garganta de polvo del nudo ciego acaso la veta de salmos de los muertos y el imposible reloj roto de los sueños sobre la pelambre de un reino caduco a veces por cierto lo único que centellea es el espejismo como una fogata de piedra iluminada por cuchillos  —ante la antigüedad de mi propia miseria ahogo la ventana de los pájaros y esas dos atalayas tuyas del tórax que añora mi boca y no tengo tiempo salvo la almádana de la noche y la saliva del desvarío y este descomunal abismo ya hecho pocilga (encima de una lágrima crecen heridas de un fogonazo de sequías y un puma de jengibre mordiendo las entrañas)  en todo esto claro no existen enigmas sino ecuaciones fugaces como una gota de infortunio en la piel de las agujas del frío en el montículo de la brasa sin embargo el torbellino tatuado de las apostasías esa renuncia a la ciencia del aliento (inevitablemente vivo despertando cada día en la propia autobiografía del suspiro)
Barataria, 2017

sábado, 26 de agosto de 2017

OBLICUIDAD DEL TIZNE

Imagen cogida de Pinterest






OBLICUIDAD DEL TIZNE






Antes ni siquiera sabía de los recuerdos ni de la anatomía solitaria en este matorral doméstico del calendario ni de aquel llamado del insomnio de los escombros: desde el mercado caduco de los manifiestos las formas inasibles de lo inmóvil y los años que pesan literalmente cuando la niebla desfolia los ojos me anula el nombre de los pájaros la diafanidad del agua desprendida de los automatismos estas ganas de encontrarme con lo recóndito morder a latigazos los juguetes robados al viento mientras la confusión en mayor en las esquinas de algún ciempiés de las pesadillas en la legión homérica de los ataúdes hay instantes merodeando el teatro en las arenillas del crepúsculo sangran los muchos tiempos de espinas el ala de agua del cielo el musgo de olvido que tienen las postales los diferentes sorbos de los calendarios  en la boca los restos de las palabras el vacío de remiendos de las vocales y esos muelles del absoluto donde uno siempre anda solitario (y eso que nunca te confesaste con palabras sino con pañuelos) a ratos me resulta torpe ese juego último de trenes cortada la aorta del juicio de la anemia disfrazada de blancura en estos tiempos donde cualquiera blasfema es un disparo no mayor a tanta sabandija (todo estaba pensado para hacerte memorable) a menudo se impone la pancarta con ese sabor de olvido y nos queda la mancha de tile de las vísceras y los huesecitos del escarabajo de lo que omitimos (siempre pensé en tu atalaya aunque me resultara doliente) a fin de cuentas nuestro reino era el de la noche y la oblicuidad hasta para jugar a los juegos mayores de los enclaustramientos: a veces me da por pensar acaso en el otro país  en el que vos y yo crecimos haciéndonos cosquillitas ausentes de la violencia hoy inevitable como la incredulidad a veces mordiendo el oleaje de tu ínsula trasparentando la noche en el torrente disolviéndonos en las cacofonías del crujido fluyendo en el verde de la ofrenda luego nos toca amordazarnos en el plato de mudez de los olvidos o en el pez hermético de la cerradura  o del poder fáctico de la monotonía ahuyentado el sueño sólo nos queda la sospecha y aquel amuleto roto del ala
Barataria, 2017

jueves, 24 de agosto de 2017

CASTRACIÓN SIN DOMICILIO

Pintura de Debora L Stewart, cogida de Pinterest





CASTRACIÓN SIN DOMICILIO





Hay sofismas horribles como el aroma de la rosa en medio del aire viciado de candiles justo en el cuenco del olfato donde se pervierte y golpea la intemperie: me enceguece el lamido de los reclamos y ese ritual de robarme la tranquilidad como si se tratase de una astilla que rompe la pared del cuerpo hasta descorazonar la alegría todo lo muerto nos mira con su habitual indiferencia y aniquilamiento (a veces se arma tremendo enredo cuando se le hace caso a las ingles o uno quiere pespuntar el umbral de los genitales más allá del ojo sumergido en la noche entre tanta pose de cántaro roto la noche se abre a la respiración de la breña y ahí se disfraza o enloquece la agonía y sus párpados el viento de las eyaculaciones oscuras) de otro lado uno está lleno de tantos desencuentros fortuitos: ahora además giran los candelabros en torno a los sellos postales con alguna lascivia de puerta abierta siempre el destino es un puñado de ceniza desprendido de regiones del espíritu (no sé si puedo sonreír junto a la nuez de tu frío y añadirle mis desasosiegos) hay tanto dolor en la sintaxis del país: tantas caídas que uno ya no desea levantarse en el fango de la desolación ese insomnio sordo que engendra demonios todo es demasiado cruel para la belleza del lienzo verde de tu pubis duele no abrir la bisagra o enterrar los trenes de la niñez o el atardecer prematuro de las distancias en ese trance de la pulsación de los relámpagos los charcos de huesos alrededor de mis costillas nunca sé si tienen rostro propio las estatuas o si en ellas crece la vegetación del país pero no no existes ni aquí ni allá no existes pese a mis agujeros me desplomo decapitado de mis pájaros siempre “son dos puertas abriéndose y cerrándose”: sólo sos ráfaga de sal en mi alma o un tapiz para todas mis nostalgias todo cuánto esperé por la atalaya resulta inenarrable: se enfriaron los cementerios y también lo hicieron los utensilios del delirio ahora (nos invade) el nudo ciego de los estantes y un espasmo de amantes sin afrodisíacos entre la deriva y quedarse la castración sin domicilio como el estupro en contra de los soñadores…
Barataria, 2017

martes, 22 de agosto de 2017

ÓYEME, SOLAMENTE

Imagen cogida de Pinterest






ÓYEME, SOLAMENTE




Después de todo los anillos sordos de saliva redondos de jugar a las ojeras fúnebres como toda la noche ardiendo en mis retinas a veces amortajados como mi corazón hecho de largas herrumbres a veces como el tizne de los hacinamientos sin esa memoria reptante del espejo a veces suicida como mis propios sueños de aquel cuerpo engangrenado en el traspatio de la sombra en el aguacero de las exequias las tantas siluetas del país sin levantarse o la falta de cobija anegada del frío  —vos que me consumís con tu sexo de incendio hasta anularme o confundirme de puertas (idéntica a la tierra que me consume) nos duele la fragilidad del ojo en la insaciable tragedia de nuestra geografía nos duele la comida y su eternidad a cuenta gotas: sólo me acuerdo de nuestras lenguas encima una de la otra locas de abrir y cerrar el telón heréticas de la economía y de los sofismas del tiempo nunca es fácil amar sin consumirse siempre nos queda la duda cuando osamos entrar a la historiografía de nuestra materia en el fondo somos una especie de buzos ciegos entrando a la gran ciudad sumergida en la emoción después sólo la sospecha y la ambigua crónica de la desmemoria:  todo se pierde en la vaguedad del país pese al íntimo viaje de la liturgia uno se acostumbra a esa sensación de niebla y desfloración del insomnio uno se acostumbra a trastabillar frente a los barrotes y despertar en vísperas de otro cementerio todo después es dentellada y cansancio pantano escaleras en descenso todo sí es el gozo al revés del tacto  —me conmueven todas las sinrazones del éter y la página de piel que aún guarda resacas de otro tiempo antes no era buscarte en los recovecos de lo inhóspito tampoco en el chasquido de la sobrevivencia hoy ya no entiendo qué debemos olvidar del olvido ni en qué desnudez puedo transitar sin riesgos al extravío óyeme desde la sangre que golpea óyeme desde mi boca arrancada desde el grito sordo de mi ternura desde esta tiranía de la fugacidad óyeme en tu mudez de risa y brazos óyeme solamente con mis años de granito y somnolencia con la embriaguez de los asesinos y la muchedumbre de víctimas…
Barataria, 2017


domingo, 20 de agosto de 2017

ACANTILADO DE LA TERNURA

Imagen cogida de Pinterest






ACANTILADO DE LA TERNURA




Me empapo de toda la avidez del vértigo del golpe inminente al pie del acantilado  de la ternura que se descalabra en mis sienes: me inunda la fisonomía de las carnicerías y el terror obediente debajo de los pies siempre resulta así cuando se aferra al polvo de las semanas y en la encrucijada uno exorciza los abismos aquellas aldabas enmohecidas de la intemperie (Claro nunca ha sido fácil atravesar el corazón de las mortajas ni el cortejo fúnebre de las palabras y los adioses: tanto desamor lo hace a uno doblar las rodillas temblar golpear las aceras sin saber por qué nada ha cerrado las grietas que fueron haciendo las ojeras nada me queda de tus ojos sino la escoria y las tardes que ya han marchado hacia otros confines mientras se va acumulando el moho en el tiempo todo quizás se torne intrascendente el deseo no puede resarcir la cobija ni el horizonte en la garganta todo acaba siendo extenuación y patíbulo) nada puedo recuperar de lo inexplicable del país: no hay nadie salvo el grito no hay nadie salvo las negociaciones truculentas y la penumbra del zarpazo en el recuerdo tu voz y el paisaje inmolado de los amuletos y ese sabor a insipidez de las arterias quizás el tiempo te haga recordar el acertijo del fuego en el pecho y todo el dolor que dejas como monedas oxidadas las mordidas repugnantes por ejemplo que se dieron simulando brebajes después de todo lo trágico es la locura lo que hace lo suyo para sobreponernos a la razón destructiva y el despropósito de una felicidad inexistente nadie ahora puede agregar una cucharada de azúcar al infinito a lo fatuo e inasible no sé ya si se pueda despertar en el mundo de la inconciencia siendo agua de río que atraviesa abismos y sin embargo hay un destino abnegado entre nosotros un destino manifiesto de reminiscencias cierto juego de supersticiones que nunca nadie sabe a dónde llegan  —en el rostro los meses gotean su territorio de quemada calma siempre resulta inexplicable la precipitación de una travesía errante: nunca sabré si este dolor pudo ser otra cosa o sólo un extraño desvarío de sed
Barataria, 2017

viernes, 18 de agosto de 2017

INTOXCICACIÓN

Pintura cogida de Pinterest





INTOXCICACIÓN




Mi inocencia culmina en la rosa de tu pubis esa “que hiende la vidriera gótica de la absorción” con las  patologías propias del disfraz: ese mundo donde el tacto prolonga la voz hasta los confines indivisibles de la luz (queda el letargo de las magulladuras y el río quebradizo galopando sobre el horizonte de los párpados hasta la turbación de la hora nona o el suicidio antes que el instinto se oxide reluce el agua verde en los ijares como un mar en lo hondo del aire nada tiene lógica mientras el horizonte traza sus líneas y nos pilla el absoluto con sus ráfagas de cascos es menester abrir el césped de las geometrías trepar al arbolito y morirse reír de las sombras que se desprenden del sudor obligado de la ventana) ya hemos caminado tanto que nos corroe la distancia de lo andado:  la sed sin embargo nos arrebata la lógica del padecimiento los rostros negros y el martirio de no tener sobremesa y los peligros que uno tiene al soñar diferente un mundo al de la anemia ante la intoxicación del país uno tiene que apresurar los zapatos para no caer en las indeterminaciones del vacío: ¿cuánto de nosotros se ha perdido en estas sucesivas guerras asidas al aliento? ¿Hasta cuándo desconfiaremos de las esquinas de los acuarios de sangre anónima? quizás pocos puedan con esta bisectriz de  telaraña uno se cobija con la sombra de la muerte que anda en todas partes además de los atardeceres prontos están los desgarramientos y los respetivos santuarios del sollozo: hay tantos laberintos que uno acaba torpe impreciso con esa sensación de arrebatamiento del sueño o la vigilia a veces sólo se desea otro universo duele el tiempo con su trote de cruces duele la bizarría de la falsa sabiduría y su costumbre duele soñar amando a la patria y su memoria de ceniza me dolés vos con tu nombre despierto en mi tórax me duele tu memoria y todos esas rugosidades de ciprés sucede a menudo que el camino no deja de ser otro patíbulo no menos cierto que la aldaba de hollín que abría el asombro: aquí el alfiler de las postrimerías el alfiler que copula el dolor en mis sienes aquella fue otra muerte a cuya eternidad no me resigno el sosiego es ilegible en este ruido de nudos y esquinas…
Barataria, 2017

miércoles, 16 de agosto de 2017

DESHIELO

Pintura de Alexander Zavarin, cogida de Pinterest





DESHIELO




Entre la inocencia del viento oigo los furtivos fusiles del escalofrío y aquellos puñales de deshielo de la fuga del país: entre los difuntos ahogados de los espejos tu rosa de vahos en mi boca el incesto del pájaro sobre los mausoleos la sartén del vestigio en las poluciones de las semanas supongo que en las cuartillas de la patria no cabe ya nuestra tinta ni la sed reverencial de los chuchos detrás del hacinamiento de las axilas es incalculable la lluvia de pólvora en los ojos de la noche y la bestia del vómito entre los tantos fósiles atónitos con los que uno duerme  —nunca tuve más certezas que la vida enfangada en medio de fieros jardines de ceniza a veces uno tiene por imperativo que renunciar a la demencia a la afasia de los bronquios y a cierta melcocha de los falsos estupores que propician los bostezos de ese coro pétreo del poder (claro a veces sólo pienso en la madera de tus senos y su olor a aserradero a tu vellosidad  de cierzo sin la ropa íntima que a nadie le interesa) a nadie más le interesa andar a la patria en el bolsillo y sobrellevar todos los gruñidos de la muerte los interrogatorios del vacío la aglomeración de los desagües el frío intenso de la pobreza sin paraguas a nadie le importa la covacha de nuestros delirios ese castillo de naipes en promocionales o el simple féretro de los trenes donde ya no cabemos (nada ha cambiado desde entonces) aunque todo esté en manos diferentes: el erario nacional por ejemplo la embriaguez del vestigio de los retretes el aluvión de las decapitaciones pese a toda esta oscuridad todavía hay borrachos en las cunetas que acaban mordiendo su propia putridez  —vos claro pensabas en otro paraíso más benigno yo en cambio en saltar los vapores del alfabeto y en envolverme con otras cobijas que no fueran la sospecha pero eso cada quien lo sabe: al final todo nos destruye como las estadísticas de las morgues salpicadas de caries y bisturís como el invierno de la indiferencia y su impecable idiotez (ante tanta penumbra sólo te ofrezco mi ternura de andrajo al parecer muy poco para tanto disparate) a veces todo es tan oscuro como la ronca mordedura de la tempestad o el devaneo de las ojeras en el desenfreno en el rictus de la eclosión el melodrama de las cobijas rotas…
Barataria, 2017

lunes, 14 de agosto de 2017

ALFABETOS PRECIPITADOS

Pintura de Manolo Millares, cogida de Pinterest





ALFABETOS PRECIPITADOS





Aquí los sueños desamarrados y sin anestesia la fosilización de la tristeza y la vocación verdadera por los pañuelos: ante la desconfianza se nos impone la autorregulación de cada escalofrío en su doble filo la mordaza del bisturí pigmenta la yugular hasta desfondar el horizonte (a veces es para reírse del amor subvertido en el envoltorio de la desnudez) en las estrías que nos han dejado tantas cicatrices hay puñado de nostalgias, pero tal como dice Virginia Wolf: “No es necesario apresurarse. No es necesario brillar. No es necesario ser nadie más que uno mismo” al final se hunde en nosotros un desierto aunque sea de anquilosadas paredes por doquier la madera precipitada de las ventanas y el abecedario a punto de desfallecer entre las manos hay muchos alfabetos ásperos que trepan al sueño y espinas desganadas de entrar a la piel y noches de grueso follaje en abrigos aturdidos: frente a la página del infinito me es imposible evadir las nostalgias: el arroyo del peñasco que me habla el pezón dulce transcurrido en la corriente o los empapados minutos del cuello mientras camino también recorro el espejo labrado del invierno es como si de la línea de los poros saliera el incienso el centelleo del ápice de la lengua y desembarcaran todos los peces al unísono muerde y retumba la respiración sube toda la corriente después quedo como el país: gastado de zapatos y de boca alelado inclusive frente a los puntos cardinales  —sé que he sobrevivido a tantas vidas: mi niñez, adolescencia y juventud a veces sólo importan los recuerdos y sus alcances el cuerpo es más cierto que el amor aunque uno acabe bostezando en medio de los tantos embustes de la deshora de la guerra y los muertos sólo recuerdos las huidas y los canastos de pájaros sacados del pecho a fin de cuentas mis manos no eran tus manos y para nombrarte tengo que sopesar las espinas y abrirle hoyitos al fuego y desamarrar las precipitaciones y condenarme cada vez que me excito uno sólo se marcha hacia donde no existen los estados de sitio ni diseccionan la intimidad ni ensordecen las palabras claro que el alfabeto puede alcanzar el absoluto de la gangrena o el camino mortífero sin la conmiseración del caso
Barataria, 2017


domingo, 13 de agosto de 2017

CERTIDUMBRE DEL SINSENTIDO

Manolo Millares (artist) Spanish, 1926 - 1972 Cuadro 78, 1959. 
NGA, Washington, DC





CERTIDUMBRE DEL SINSENTIDO





Quizás en el revés de los párpados el viento de ceniza de lo inexplicable o las travesías innumerables del firmamento: en los nudos ciegos del país las covachas ramificadas del paraíso los jardines desfondados de exterminios y ese principio y fin de los naufragios: todo se abalanza o baila frente al esqueleto de mis ojos hay batallas que uno las puede librar en una pecera antes que muestren su sombra insospechada a veces sentimos la respiración a punto de escapar de las incandescencias soterradas de las calles entre un torbellino de hormigas y las crines calcinadas de la geografía y el tragaluz de la rosa de agua negra que ciega los caballitos de mar luego me quedo a solas pensando en el folclor de la ropa sucia que nunca se lava en casa luego cavilo en las alabanzas en las alabanzas sí y sus matorrales y su quinina disfrazada en las raíces desenterradas de los matorrales es extraño el silencio y su zíper desabrochado el gemido a menudo inverosímil el incendio escanciado de los orgasmos al filo de ciertos momentos inverosímiles después como todo no sólo atardece en las ventanas sino en el patio trasero de las poluciones también en ciertos argumentos falaces de la vida nacional vaciado de símiles innecesarios abro los vasos capilares del tiempo mientras la realidad se nos muestra de vértigo y náusea: siempre son terribles los sobresaltos en medio del frío (lo único cierto es el sinsentido de las rupturas y los aparcamientos para un collage de cadáveres) por más lluvia siempre estoy regresando a mis torpezas y a lo impredecible que posee el falso pudor los estragos de la insidia y las llegadas tardías del cierzo  ningún día por lo general es diferente a este cansado tren de la noche lo sé entre los enjambres propios del insomnio dentro del extravío gelatinoso de neumáticos si pudiera romper mi cuerpo le daría vida a los maniquíes y a esos túneles seculares de las dentaduras postizas a punto de encorvarse como un gusano juro que a veces son demasiado pesadas las semanas: siempre el mismo inminente laberinto
Barataria, 2017

viernes, 11 de agosto de 2017

LLUVIA DEL RASTROJO

Pintura de Manolo Millares, cogida de Pinterest (Cuadro Nº48.
 Óleo sobre arpillera. 88 x 130 cm. 1957.)





LLUVIA DEL RASTROJO




Nunca he sido del coro de los manicuristas ni de los pedicuristas  pero sí de los ceniceros de los bares donde se ensucian los genitales: siempre he sido parte de ese mundo degradante de las epilepsias de la vejez prematura de los ánimos de la sobredosis del cacareo del país: hay cosas que no son recuperables el torrente sanguíneo por ejemplo la rosa soñada en medio de los alacranes de la almohada luego los médium y profetas con su hipo sádico me he quedado pensando en todas las vértebras rotas del lenguaje en los herrajes que propician la asfixia quizás también en aquella ciénaga volcánica donde crecieron los destrozos de la adolescencia y la demencia desarticuló mi prolongación de equilátero después he caminado impávido sobre muchos orificios a veces imaginando mis tobillos destrozados seguidos de prolongados silencios: es inútil ver la calle estirando el cuello a través de la ventana al otro lado de los ojos muros de adobe inaudibles pegados al aliento salvo una rendija de luz ahí te veo como un cuentagotas que nunca acaba con la sed de todas formas el rictus de mi cara no abre cerraduras ni las rodillas avergonzadas en un caballete ni el caballo de viento siempre semejante a una sobredosis de ataúdes siempre pienso en la similitud de todos los cadáveres en la puerta que nunca se abrió que no pudo abrirse me temo que al permanecer aquí acabaré en mueca en esa sombra rota que van dejando las entrañas en los andenes quizás en telaraña tal las enredaderas en los baldíos insólitos de la piedra pómez  por cierto ya no seré el excremento deglutido ni el gemido de lo inmundo: siempre he supuesto que camino entre sinfín  de enajenaciones tras un golpe y otro uno ya no sabe cuándo será el turno de la conciencia o si en la deshora se puede encontrar el velamen de la patria no aniquilada tu rastrojo es una lluvia permanente en mi laberinto: en tu sueño los fármacos de mi jaula en el mío el vástago sobre tu cáliz el perenne mecate sobre tu cuerpo…
Barataria, 2017

miércoles, 9 de agosto de 2017

SOBRESALTO DE INCINERACIONES

Pintura de Robert Motherwell, cogida de Pinterest




SOBRESALTO DE INCINERACIONES



En el tapiz de los devaneos de la respiración las diversas maquinaciones junto con sus osamentas: las sombras hasta el cuello de las habitaciones permeable el grito entre las paredes difuso el desayuno con las palabras al momento de sobar las magulladuras de lo inesperado en medio de la elevación de la niebla me parece que entro al manicomio de las sinuosidades camino sobre ciertas aceras caprichosas de orina sombras avejentadas y con ojeras hundido en el estribillo del humo de los cigarrillos marchito de lavabos o retretes difuso de mutilaciones harto de doblar las esquinas en mi aliento y hacer un puchito de tiliches los meses no contabilizados mientras tanto la memoria de los rescoldos y ese fraile de deseos mirando la ventana ardiendo de ropas saltando de un absoluto a otro sin pena ni gloria: siempre le escribía detrás de los barrotes de mis lentes: era un jardín marchito cada trozo de alfabeto un cementerio de musgo depredado un candil de maullidos con telares de demencia  —claro vos no podés entender a la bestia espléndida que cabalga procurando el fuego y su delirio de sustancia arrancada al sollozo no podés quitar este agarrotamiento de cuchillos en un sendero de abismos (¿dónde están tus pechos y tus brazos y el tejado?) a veces sólo converso con los sellos postales de los cementerios y allí juego a las semanas de los trenes a la enfermedad terminal de mi sonambulismo: por supuesto que veo mi cadáver descendiendo hasta las tristezas del país de pronto a esa inocencia de sucias desgracias a las noches de ardor de cama o al simple sobresalto de las incineraciones o al simple toque de queda de las provocaciones y arañazos en las fisuras de los párpados solo platos de búhos y luctuosas ojeras desoído el abandono vuelven los sueños irreconocibles de la cobija confusa de la sed: en el extravío junto caracoles de brasas en un país que se extingue en sus propias antípodas (labro todavía el amuleto de tu virginidad sobre el caballo de la tormenta)…
Barataria, 2017

martes, 8 de agosto de 2017

INFINITO DEL ALAMBIQUE

Abstract Art by Olga Shagina, pintura cogida de Pinterest





INFINITO DEL ALAMBIQUE




Ni siquiera sé para dónde camina mi conciencia a menudo encallada en los retretes: en ella hay llagas y ancianos dolores como si fuese una piedra perenne de ebrias fermentaciones: ni siquiera duele ya lo trágico de la ternura y el pasadizo secreto de los espejos el andrajo desnudo de los brazos el hilo roto del tabaco que carcomido de pupilas hace de lo yerto otra penumbra mientras camino la memoria de trenes se enreda en esas astillas que nos dejan los adioses me da miedo irrumpir en las mortajas en los flácidos orines del alba o en el ensayo y error de la gota de infinito del alambique ensimismado de grises para mis manos es suficiente un grito de cementerios un rostro muerto de espejismos un almanaque de bocas funerales ya he perdido la cuenta de los tantos ataúdes fenecidos en mi hastío del altavoz mordaz de los adioses de cada golpe hecho polvo y circunscrito en las puertas una a una se abre la proclividad de las aceras las arrugas que de pronto capitulan en su propia jaula  inmóvil la avidez de lo impasible respira en mis huesos hasta lo pétreo del lirio mortecino  —siempre me desayuno con los muertos que ha arrastrado la lengua durante toda la noche y ahí hay goterones de ceniza del amigo o adversario o simplemente de vecino siempre cabe la posibilidad de morir y seguir viendo este más acá diseminado del fuego para colmo de males la democracia es un remedo del tamaño de la cabeza de un alfiler y así hay que vivir haciéndole cierta reverencia a la imagen santa y apostólica de los nuevos tiempos: en algún lugar se ha vuelto luctuosa o delictiva la virginidad de los bolsillos por eso el país está como está: el deseo no puede ser deleznable ni sujeto de cárcel ni extinción de dominio si acaso de desvelos cuando se enmudece por indulgencia (en otro tiempo me ensuciaba de orgasmos frente a la república mientras el ánimo se hundía ahí en el precipicio con el susodicho goteo de los cañonazos claro mucho del extravío era confuso y ella siempre llevaba las de ganar con su audacia de alud) uno no puede olvidar las fauces de las letras mayúsculas ni el aliento descuidado de la porfía…
Barataria, 2017 

lunes, 7 de agosto de 2017

PROFANACIÓN ABISAL

Pintura de Joan Miró, cogida de Pinterest




PROFANACIÓN ABISAL





Yo ya he desatado todos los azares pero tampoco estoy inerme ya he bebido el hígado del mar y todas sus cábalas: sé que la noche seguirá golpeando mis pupilas y también vendrán otros árboles de sal por si acaso siempre he sido un soldado para desandar las armaduras en mis pequeñas sombras los vértigos desfloran todas esas caras sumidas en la rosa negra que habita los laberintos: sólo me da miedo el pájaro extraño que me sueña la sangre invisible de la noche el cadáver del país que nos disuelve las manos líquidas del infinito una gota de luz petrifica las agonías esa puerta a veces rota de los recuerdos  hay una soledad que fustiga al patíbulo y a los verdugos al féretro desvelado del silencio además del sentido adusto de las inocencias hoy en día (qué decir cuando se oscurecen los caminos qué decir de los espejos anárquicos que me degüellan de los tatuajes del sudor sobre la piel o de las púas premonitorias de la ponzoña: en otro tiempo había aire y agua y fuego y caminábamos sin ropa en el hechizo duraba el espesor sin explicaciones no había intervalos entre la luz y la cópula ni agobio de mugre y moscas) al parecer cada umbral es una copia del horizonte por supuesto hay bocas inaccesibles como un relámpago terribles tal un ojo degollado en la telaraña repugnante de la saliva reconozco algunos moscardones a la altura de la fetidez y ciertos gruñidos de pezuñas en un emporio insostenible de noches tantas veces grité sobre los ataúdes que perdí la cuenta: en aquella adolescencia tan lejana la profanación del cuello hasta hundirme en la suavidad abisal de tu cuerpo jamás hubo culpas y así avanzamos masticando lo irresistible: nada dejaba de ser escuela y refutación alfabeto verde hoja de agua del firmamento nada que fuera sordo al fuego  luego vino la renuncia y la insurrección la censura fue otra forma de conspirar otro el juego de la tortura todo maduró insuficientemente con inusual rapidez hasta hacer de la propia resistencia una infusión de sacrificios y desvelos ahora todo me produce sueño para lo cual necesito antibióticos y algunos analgésicos para calmar el ansia
Barataria, 2017

sábado, 5 de agosto de 2017

ANDENES DEL SUBMUNDO

Pintura de Zdzisław Beksiński, cogida de Pinterest






ANDENES DEL SUBMUNDO





En el trance carnívoro del candil el pájaro de kerosene como ese líquido espectro de las semanas fenecidas: en el oficio del sollozo acuden los pies y el paraíso de poros para recordar la ventana y el pedernal la tierra de las palabras o el tatuaje expuesto a la sed del delirio  a veces pienso en todas las catástrofes de los ijares y en esa luna de calles atravesando el tórax y en el país de hojas marchitas y en las supersticiones del harapo y en los baños públicos granulados en la violencia de los andenes en el submundo del azogue nos ciegan las mordazas sutiles de los anaqueles y el mordisco oscuro de las sílabas y el ardimiento de máscaras entre los dientes  siempre hablo del vuelo aun en medio de bocas sinuosas y residuales tengo en mi haber costras sangrientas de pájaros y cielos que nada tienen que ver con los espejos y espasmos de sal perdidos en el traspatio de las sombras en la pugna de mis anteojos la pupila gris de los meteoros y su estremecido gemido de sexo ambulante: me llueven las baldosas con exceso de colillas esas certidumbres del improperio a la hora de enumerar la febrilidad de los espejos flotantes y telúricos del fuego en algo nos muerde siempre la soledad fría de los cuchillos las precipitaciones de la boca a cambio de nada en algún lugar la ferocidad nos obliga a lamer el ruido cosificado de la penumbra  en la herrumbre del cuerpo  —me dices— la tibia luciérnaga del pedernal a punto de fenecer todo los imaginarios tienen rostro diferente a veces obsceno el granito de los adioses el ciervo que gotea buscando su libertad o los espejos en su contradicción de alba en la saliva aplastada de los trenes un dejo de arrebato de esqueletos roídos por la intemperie hoy sé que la bestia del crimen  (la boca plural del veneno) sólo nos deja el esqueleto del silbido la fotografía nauseabunda del martirio la mala hora digamos del faro desvencijado de los ojos y la cobija en cierto modo el hambre nos obliga a recordar o quedarnos o seguir las señales endurecidas del humillo del azar
Barataria, 2017

jueves, 3 de agosto de 2017

ARCOÍRIS CREMADOS

Car Crash Studies by Nicolai Howalt, 
imagen cogida de Pinterest





ARCOÍRIS CREMADOS




En el arca de los olvidos (un día) otros exhumarán a manera de relevo los rincones sepultados del sonambulismo las distancias de piel que tuvo el delirio: ahora mis ojos mueren junto a todos los muertos de los periódicos en la torre del abandono de las migas me desvisto arrojando la ropa a la espuma sin mi hoja de afeitar se desbordan las malezas y se engruesan los senderos hasta desaparecer todo lo anega el tiempo cuando la luz se acaba los extremos indoloros de mis pupilas eso informe y menos real a tu melancolía siempre me tocó avizorar lo irrenunciable que tienen las renuncias (no sé si de soslayo) pero aprendí a reír sobre el antesueño de tu piel ahí deshaciendo el coágulo de cada uno de los espejos  entrada el agua a la madera el país nos mordió hasta la ceguera y arrasó con el blanco pájaro de la cópula: en tus muslos quedaron retenidas mis alas y los residuos de nuestra labor de carpinteros  —¿Qué nos queda en el centímetro exacerbado de los cipreses cuando el umbral no recompone sed ni sueños?  Todo de pronto se tornó ínfimo como los arcoíris cremados en la viruta como las moscas apretadas en el pabellón nacional de la mesa como el chucho lamiendo la cerradura del firmamento necesito desperezarme del grito de hollín que sangra en el tren de mis venas: necesito gritar a las estatuas incandescentes de los bulevares apelmazar un poquito las nubes apaciguar los senos de la pared de fondo oír en una sillita el descenso confuso de los apuñalamientos (masticar una aspirina amurallada en mi boca) vaciar todos los flecos de la saliva hasta enmudecer de mordidas no sé si sea necesario encaramarme en tu aliento acaso necesario para cualquier turbulencia  ahora sólo me encuentro con unas palabras que enloquecen en el fermento de la sombra desde el exterior uno puede entender mejor los camuflajes y la gota de sal de las cobijas
Barataria, 2017

martes, 1 de agosto de 2017

VENTANA PETRIFICADA

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VENTANA PETRIFICADA





Ahora me duele el mundo de las palabras los metales predestinados del horizonte y la ventaja de las altas temperaturas al momento de atravesar el aliento muerto de las navajas en las aguas caídas en el mentón de la angustia la sombra  acaso la sombra de lo humano— los equívocos y sus extensas faltas de ortografía los silencios y sus muchos recuerdos la lluvia oculta del cuerpo en fuga: después nos alcanza la hondura de todos los ahogos el habla indefinida de la caverna los mundos crueles impensables de la fragmentación la cetrería petrificada de los taladros o la polvazón pulcra de los despojos después de todo no existen los absolutos por ello es bueno darles un puntapié cremarlos junto a los calcetines sucios y los viejos zapatos las palabras me recuerdan que existías al final resulta más sencillo de lo que uno se imagina escapar del hambre arder sin quemarse reemplazar el dolor por otras depredaciones aborrecer sin destruir la conciencia difuminar los pensamientos en el humo que borra la ciudad nada queda en el golpe salvo el golpe a secas en la cerradura están abiertos los ojos de la sangre la flor que me ofreció en ráfagas el polen la ira la condena el jabón de la adulación de los lavabos nunca creí que las sombras fuesen incendiarias y que por error hay buitres en las esquinas de los altares nunca creí en la deidad por sumo que fuera el delirio: claro todo se paga no hay saldo benigno al momento de hacer cuentas después del sigilo caemos hasta los umbrales de la nada dejo que descansen los huesos de mi tristeza el ave de la noche en mi pecho la última palabra como una mortaja de todo el oleaje del cadáver que somos de todo el mar que nunca fuimos de todo el bosque que nunca tuvo hojas de toda la sal siempre inmóvil en la ventana entre la lucidez de la deriva quedan ilesas las estaciones del zodíaco y la claridad que nunca tuvimos desde el primer respiro ser sueño únicamente la presunción de la ausencia y el amargor presentido del bullicio y la sola ráfaga de hojarasca: de petrificadas ventanas está hecho el nudo en la garganta aquel sollozo barato en la premura del cadáver…
Barataria, 2017