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martes, 8 de agosto de 2017

INFINITO DEL ALAMBIQUE

Abstract Art by Olga Shagina, pintura cogida de Pinterest





INFINITO DEL ALAMBIQUE




Ni siquiera sé para dónde camina mi conciencia a menudo encallada en los retretes: en ella hay llagas y ancianos dolores como si fuese una piedra perenne de ebrias fermentaciones: ni siquiera duele ya lo trágico de la ternura y el pasadizo secreto de los espejos el andrajo desnudo de los brazos el hilo roto del tabaco que carcomido de pupilas hace de lo yerto otra penumbra mientras camino la memoria de trenes se enreda en esas astillas que nos dejan los adioses me da miedo irrumpir en las mortajas en los flácidos orines del alba o en el ensayo y error de la gota de infinito del alambique ensimismado de grises para mis manos es suficiente un grito de cementerios un rostro muerto de espejismos un almanaque de bocas funerales ya he perdido la cuenta de los tantos ataúdes fenecidos en mi hastío del altavoz mordaz de los adioses de cada golpe hecho polvo y circunscrito en las puertas una a una se abre la proclividad de las aceras las arrugas que de pronto capitulan en su propia jaula  inmóvil la avidez de lo impasible respira en mis huesos hasta lo pétreo del lirio mortecino  —siempre me desayuno con los muertos que ha arrastrado la lengua durante toda la noche y ahí hay goterones de ceniza del amigo o adversario o simplemente de vecino siempre cabe la posibilidad de morir y seguir viendo este más acá diseminado del fuego para colmo de males la democracia es un remedo del tamaño de la cabeza de un alfiler y así hay que vivir haciéndole cierta reverencia a la imagen santa y apostólica de los nuevos tiempos: en algún lugar se ha vuelto luctuosa o delictiva la virginidad de los bolsillos por eso el país está como está: el deseo no puede ser deleznable ni sujeto de cárcel ni extinción de dominio si acaso de desvelos cuando se enmudece por indulgencia (en otro tiempo me ensuciaba de orgasmos frente a la república mientras el ánimo se hundía ahí en el precipicio con el susodicho goteo de los cañonazos claro mucho del extravío era confuso y ella siempre llevaba las de ganar con su audacia de alud) uno no puede olvidar las fauces de las letras mayúsculas ni el aliento descuidado de la porfía…
Barataria, 2017 

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