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domingo, 31 de marzo de 2013

HUESOS

Imagen cogida de a red





HUESOS




Cada herida, la sangre,  los huesos encabritados, rotos cántaros en los ojos.
—Déjenme aquí, ciego de mirar la eternidad, que bullan los poros
desollados, la muerte, la espera en medio del escombro.
(Nada es irreal cuando las agujas de la luz se posan sobre el alba)
Lo siento, —la piedra que descuaja el ojo: cada día el cuerpo se llena
de urgencias, entre otros, los cirios, los desiertos inviernos de las ramas,
el aserrín oscuro como un río entre los armarios de le lengua.
¿Desde cuándo destejemos la bruma encima de las paredes? (La noche
quiebra mi propio aleteo, y tensa el movimiento de las sombras)
¿En qué bosque despiertan mis propias osamentas, el cuerpo desmochado
de vacíos, tu propio cuerpo de jardines fenecidos?
—Voy, como van todos, abriendo las costuras convocadas, el grito,
la brasa, los periódicos: hay demasiada negrura en el tintero,
(las bisagras de los goznes pulsan en la última sal de la noche)
Frente a mí, el signo de los tiempos, el feroz eco de los silencios, la hora
que agrupa los pensamientos, la madera que se abre al descenso…

Barataria, 31.III.2013


sábado, 30 de marzo de 2013

CIEGA FOSA

Imagen cogida de urban-exploration.com





CIEGA FOSA





Después de bajar al ombligo, encuentro la falacia y el desvelo:
¿Siempre es así el hueco reseco de la tierra? Ya quebrada la vestidura,
camino en el ixcanal de la sepultura; procuro —claro— redimir
ciertas palabras (la miseria del tiempo es también una especie de fantasía
kafkiana) si no, que lo diga el hígado del sueño,
la bartolina apretada de lo inaudito, el grito proscrito de los deudos,
y hasta los trenes descarrilados de las sombras.
(En el fondo, la respiración es otro cadáver entre periódicos)
—La transparencia sobre la mesa, se ha tornado arcilla paralítica;
Entre semillas y hojarasca, (el hijo pródigo de la conciencia)
Y esta suma de espumas acostumbrada al vómito…

Barataria, 30.III.2013



viernes, 29 de marzo de 2013

OFICIO [ARTE POÉTICA]

Elena Liliana Popescu




OFICIO [ARTE POÉTICA]




Para la poeta Elena Liliana Popescu.



Entendí entonces que siempre es la palabra
quien aprieta el gatillo,
armada de miedos y tormentas,…
MARIAN RAMÉNTOL




En el firmamento de los sonambulismos, el oficio de la tinta
apacienta el palpitar desbordado del horizonte;
forma la corporeidad de las palabras, acorde al silabeo de la respiración,
sobre la alberca de la página, piel de la metáfora susurrando,
océano del tacto en la vendimia del pecho;
debato desvestido con las alegorías, los años balbucientes de parábolas,
camino tocando el balcón de las palabras perseverando en el camino,
contando las puertas alrededor del frío, la sábana del pájaro
que gotea entre la foja incendiada de la sangre, entre lo exhausto
que significa sostener el vértigo de la trementina.
En el taller del poeta, el diccionario, los pulsos de tantos
libros, los punzones de las sombras sobre los párpados:
en cada letra voy adivinando o mejor dicho, poniendo en la alacena
de la memoria, ciertas reminiscencias, quizá para acortar la distancia
entre el humo y la niebla, entre los pretéritos y los ahoras galopantes,
entre el ojo humano y el ojo de agua de los espejismos,
el pensamiento y el desvelo, el despunte de la tormenta.
En la carpintería del alfabeto, la tinta de la garlopa, la cinta métrica
del aliento, el serrucho del jadeo entregado al vértigo del poema;
entiendo al poeta confinado en el folio de sus palabras,
—fácil o difícil—, la luz tanteando la sartén de la aurora, el albor
en la hoja del papel, el molino de las artillerías con su propio fuego.
Cada mañana el poeta esparce los insomnios en el sudor,
unge de los materiales del tiempo, acomete contra el tedio, comparece
ante las asimetrías del galope: nacen barcos en el mundo despoblado
de la respiración, desecha la zozobra que produce la melancolía,
deja que el trapiche se llene de palpitaciones y las luciérnagas
crucen el umbral, sin herrumbre, dando paso al aire necesario.
Mientras, en el exterior, hay ventanas borrosas y rapiña;
en el cuaderno va quedando aquélla lámpara,
—el fuego de cipreses que luego se volvió jardín, el milagro de la tinta,
sobre el vitral del horizonte:
veleros en el puño de la claridad, bolsillos de ardientes ojos.
Ahora, en el taller del poeta, el oficio de la tinta, esparce la sábana
del tejado, mientras el barro de la almohada quema las sienes,
el balcón del sobresalto, los andenes y escaleras de la memoria.
Y luego, cuando entra de nuevo a la noche, también despide las muecas
acerbas, olvida los meses de combate: nace el poema de las manos;
y, en ese oleaje consumado, el pan compartido del alfabeto.
del espejo, la piel de la poesía…

Barataria, 28.III.2013


jueves, 28 de marzo de 2013

DESVELO INCONCLUSO

Foto de Dark Soul – Vampires, 
mimagen cogida del FB de Isabela Ursu 





DESVELO INCONCLUSO





Pues el desvelo, aquí, entre el oído muerto y el pálpito inconcluso.
La piedra no se rehúsa a los zapatos, ni la piel inoíble del aire.
Camino al lado de la sombra ¿es mi compañera vitalicia? —Camino y paso
de largo el frío y la noche en la piel del harapo,
la alacena de la carne sin rescate, el duelo monótono, gris, de las horas:
(es horrible el rostro visto desde la joroba del aliento,  desde el embudo
Irremediable, —yo enajenado en medio del sendero de hojarasca.)
¿Quién desvela mi nombre desde la habitación oscura del viento,
en la diadema amarilla de la vigilia,
zona devorada por la embriaguez de las palabras?
(La luz me extravía en el reino de los símbolos, en lugares de salmo
y retornos indiferentes, sabor tetelque de tus labios)
—Me hieres desde adentro el espejo de los sueños; en las manos el ascua
sin secarse, el rastrojo anónimo en las calles.
¿Puedo caminar en el desatino del ojo que escruta el alambique del pálpito?
Me quedo estupefacto.
Frente al remedo de la fosa, el patetismo del desvelo, la sombra ardida
del vértigo, la hoguera voraz de los nudos de la calle.
(Cada vez este laberinto hace visible el abismo.)
¿Puedo derribar el disfraz que por años apretó mis sienes?
Vamos le digo a la tinta, es hora de andar este paisaje…

Barataria, 28.III.2013



miércoles, 27 de marzo de 2013

CORROSIÓN

Imagen cogida de la red





CORROSIÓN




También la intemperie corroe las palabras, ¿habremos de conservar
algún vástago para la resiembra de  colchones mientras el viento
a este lado busca la eternidad de los días no marchitos para emprender
el extenso monólogo de las muñecas de trapo
de la oscuridad o jugar  al mea culpa en la caverna de la sal sobre el otoño?
—He visto cuando se quema la leña de la vigilia y seduce lo inverosímil;
(fuera del espejo, el agua transparenta el  dominio de los muertos)
A menudo —he dicho—me salvan las digresiones ¿ciertos ojos invisibles? 
mientras tomo una taza de café negro, 
mientras camino el otro tramo de piedras de las palabras y avanzo,
sin más, en la geometría del vapor.
¿Acaso alrededor de los anaqueles los muertos se amotinan en un solo
cuerpo? ¿Qué canto en la colina inerte en un diámetro de cipreses?
(ninguna tarea ha sido fácil sin que los ojos hayan dejado de lado la sal)
En el olfato la tarde de ciertas frutas,
¿Dónde quedó el júbilo?
Sobre mí, los caballos agrios del océano golpeando mi pecho; espía el fermento
y el adobe amontonado de la herrumbre, el semblante de los amantes
que mueren o aligeran su descuaje,
la rama quemada del vandalismo de los minutos ¿tienen armadura las puertas?
¿Es la fosa un banquete de los sin embargo?
—Nunca pude ver la luz quebrada del trueno, ni la bestia invisible
con ojos insaciables,
ni la gruta con agua de olvidos,
(es mejor enterrar lo inverosímil) ¿Tiene sentido beber el arrepentimiento?
—Que conteste el hambre o la saciedad—
Aún entre suicidas hay bufones y sonoros clavos de desesperación.
Todo lo supe cuando el silencio se llenó de decrepitud (cuando el lavatorio
rebalsó de sabiduría)
y quedó visible la corrosión sin reemplazo. (Los anillos de las palabras
se prenden de ciertas lejanía: todo es tiempo y desvelo.)

Barataria, 27.III.2013


martes, 26 de marzo de 2013

RUMOR DE LA SOMBRA

Imagen cogida de la red




RUMOR DE LA SOMBRA




Descalzo en medio de sueños inconclusos, las raíces del tiempo
en el estanque: el zumo en la herida respirada, la sombra en desorden
¿la sombra? ¿Los cabellos azotados por el viento? (La rama a media
asta de la respiración con su imposible sombra de bosque.)
—Te veo venir —me has dicho siempre desde lo inmóvil—, desde el soy
o fui, fijo como la losa perdurable de la oscuridad, (veo en el caudal
de mis manos los límites) pulsa el ciego magma que habita las pupilas,
muerde el rumor que me pronuncia ¿callo? Todo lo demás es el recuerdo
de la muerte anticipada, el puñal que reina en la sal.
¿Puedo olvidar todo aquello que conozco?
(Este ahogo de campanas es perfecto en el pecho. ¿Es sombra o niebla?)
Las noches con su vómito invaden mi sangre. El ojo allí en el suicidio
de los espectros, la esquina del miedo colgando de telarañas, ¿miedo,
he dicho? —Miedo, sí, miedo cuando escupo sobre la herrumbre de la tarde,
miedo al ataúd de la locura,
miedo al pájaro que sale de las alcantarillas o de la fosa,
miedo a esta carne con larvas, —(el desquicio es otra forma de estar vivo)
miedo al muro espeso de los absolutos, (huyo y nadie me absuelve)
¿Puedo no saber y saber al mismo tiempo de la sed, destruir la fantasía
del orgasmo o imaginar otro laberinto secándose las lágrimas?
—Por suerte sigo aquí, sobre el asedio de los relojes. ¿Sigo? ¿Aguardo?
La sombra es densa, (ayúdenme) que aún existo. Estoy en mi cadáver.

Barataria, 26.III.2013



lunes, 25 de marzo de 2013

TRAMA

Imagen cogida de la red





TRAMA





Realidad, ¿Cuántas bocas encantadas en tu nombre? ¡Cuánta saliva
en tu cuerpo! Todas las palabras se han vuelto irrespirables; en el ojo,
los mundos sumergidos en la porcelana del desvelo,
¿Es paradisiaco el pecho sumido en la memoria de la herrumbre?
—Sólo en teoría extinguimos la peste de la conciencia (sorpresa, después
de todo): a espaldas las burbujas fúnebres del misterio,
y del otro lado de la omnipresencia el mutis del teatro gótico con su aliento
de cansada hambre. (El clamor irradia los costados del arco iris),
ya después del combate, el bolsillo tributario de las luciérnagas,
(millones de monedas contra el reloj, fuerzas al galope de la sombra).
—La realidad, ¿es sólo una aventura del cromatismo, acaso la oscuridad enardecida, o la polea que nos provoca los sueños,
o el estatuto del caos que se rearma en el horizonte? —Alguien lo sabe
cuando el hambre cimbra su querencia (el ojo dispuesto a indagar)
y toca a la puerta sus fervorosas contradicciones.
En todo caso, (nadie, nadie) escapa de su agonía. Nadie ha dejado de sentir
por un instante su filo,
(las aguas que colman las almohadas, el ojo que supura en la galaxia)
—Por si acaso, me aferro al nudo ciego del agua, fluye la trama
y todos los huesos incansables del vórtice.
(La mesa espera la rotación de la comida. ¿Es la concavidad nuestro dogma?)
Desde los goznes, el girasol negro de la ternura, la partitura del aliento.
¿Busca el escombro vestirse de neblina?...

Barataria, 25.III.2013


domingo, 24 de marzo de 2013

FOSA

Imagen  cogida de la página web: jlgimenez.es





FOSA





Me quedo aquí, a veces, con los zapatos hundidos en los periódicos.
(Silba el gusano triplicado de las palabras agudas, de las palabras sin sentido)
Llevo detrás las manos utópicas de la cruz transfigurada en estribo,
las paredes desafiantes de los símbolos, el muladar hirviente de la sangre
desordenada colgando de las pinzas de la vigilia.
(Brinca el aire descompuesto en medio del abismo. Respiran los muros
desde adentro: espectros, miedos, auras.)
—Un niño reza en los sombreros del viento. La tempestad muerde los ojos.
¿Habrá luz en este viaje inefable en el momento cuando crece la niebla?
¿Hay un horario para graduar la temperatura de esta nave inmóvil,
sin que el ritmo acabe siendo vulnerable, sin que deban purgarse otras
oscuridades, en la válvula incontenible del paladar?
—Ya he dejado constancia en la trama de tantos nombres, en el follaje
quebrado del solsticio: (conjura el estrépito desaliñado).
(Allí las sombras como un cataclismo de paraguas. Allí la ceniza juzgada
de la luz, —a cada cual la difícil tarea de su derrotero, el fuego madurado
a volverse ceniza, alucinante alacena.)
A veces, sacudimos el pecho como fruto de las estaciones menguantes
del calendario: hundidos en la oscuridad de la dureza, no queda sino esta
porfía de cruzar los brazos en el sopor de las ansiedades.
(Toda ilusión, al final, acaba siendo un infortunio. La brasa oscurece
lentamente en la melancolía; viajan los días como arcaicas oscuridades.)
—De pronto nos damos cuenta que la fosa es esa otra forma inolvidable
del espejo hecho tierra. El hollín de tantos destellos, ¿soñamos?...

Barataria, 24.III.2013  


sábado, 23 de marzo de 2013

ATAÚDES

Imagen cogida de la red




ATAÚDES




Todo es andar a ciegas, en la
fatiga del silencio, cuando ya nada nace…
EFRAÍN HUERTA




(se me fueron formando como largos cipreses destinados al crepúsculo clavados en las pestañas del invierno salpicados de destripadas hélices agrietados como los hemisferios de la zozobra: de un tren a otro los ojos depilados de las palabras el hoy mañana colgado del humo incierto de mis colillas pía cada día mi hambre por la madera en este otoño por cierto que corre a pasos vertiginosos con un tardío colofón de epitafios ¿calla el labio del mediodía en su resquicio convocado en la sentida carne que desfonda su brillo? ¿calla la escarcha concreta que se disputa mi osamenta el ansia corporal que también se va con el viento? es tiempo —me digo a manera de testamento— de escuchar y escucharme  de hablarle a la lluvia mientras el agua corre  en el borde la piedra de la oscuridad (no la quietud que alcanza su apogeo entre respiración y herida consagrada la calle de los muertos bajando la escalinata el desajuste consumado de las dudas: morir y dormir callar sin la orientación del viento insondable el beso que una vez balbuceó en el monodiálogo de las posibilidades) la sombra sabe cuándo las ojeras cobran su factura la mirada desnuda u obediente  la estrecha claridad alrededor del altar mayor de la destrucción que no distingue el filo (porque da igual el del bisturí o el de un hacha el flujo de la memoria y el espejismo el litoral final en la concavidad de las manos) tanto asedio dicta ahora su herencia: aspiro en los vacíos de las paradojas ¿alcanza algún pronombre para el olvido? acaba mi tiempo en el sonambulismo de las ventanas —en ese espacio dispuesto sin atriles al borde del piso de ayer  junto al azar callado del pedestal del pañuelo —debo leer la posibilidad de los cirios e inquirir en su repertorio de asfixia la marchita flor apenas visible en el olor nauseabundo del nudo que rompe la sinestesia o calla en la salobre ala del patetismo  (en alguna escena  las manos inescrutables del reloj las agujas del alba abandonadas en el cuerpo imperioso de la noche) hay faroles oscilantes en los ecos largo desfile de ataúdes convertidos en íntimos mástiles dentro del puerto de la madera sin embargo descansan las campanas acodadas sobre la flauta muda de la lengua en lo profundo del estremecimiento el cuerpo sólo anhela la túnica ceñida al cuerpo: atrás la hierbabuena y el cilantro la pimienta errátil del aliento atrás la posdata del ala el libro de las urgencias o el río al límite de lo oscuro —hoy es mi turno para sosegar los peces de la locura y vivir la noche adentro y que acabe el cansancio del minuto (entre la niebla y la lluvia se despeñan las húmedas cornisas el desuello del espíritu) quedan atrás las callosidades del calendario los ojos que una vez acumularon cuerpos las manos que limpiaron la miseria (aquí sin embargo fluye lo inmóvil) ¿puedo esperar otra luz cuando la tierra es definitiva? ¿puedo sentarme a la diestra sin apagar los candelabros sin dejar de saber del final ciego? ante el cuerpo sabe el pulso de la libertad)…

Barataria, 21.III.2013


viernes, 22 de marzo de 2013

OSCURO LÍMITE

magen cogida de la red





OSCURO LÍMITE





¿Hasta dónde llega la luz del mar para tocarse con las pupilas?
(En lo oscuro, la recordación anticipada, quizás el techo de la brisa,
la verdad que traspasa las paredes del transeúnte.)
Muerde la baba cuando derrumba sus miedos, los tantos espectros
de la calle y el sentido sacrílego del respiro, junto al ave erguida que lo habita.
—Me seduce la larva de las alcantarillas y la mancha incesante
del crepúsculo con sus tentáculos de ciega masturbación.
(En el sofoco de nadie, el infierno de los perros con su bozal abyecto.
Deshago la nube para descaminar cualquier turbulencia: la puerta que rezaga
el remanso, mis pesadillas cada vez más cerca del tiempo.)
—Si algo pervive, que no sea lo siniestro,
sino sólo el fondo de lo absoluto, o el viento movido por los ojos.
¿Es la razón la que abre la espesura de este imperativo de las sienes,
o es la memoria que de repente suelta sus recurrencias?
Vamos, le digo al mar o a la flor, polvo seré, y eso, también es tortura.
Vamos, le digo a los zapatos entre el sofoco, lo oscuro es la rosa
trocada en claridad, —si existo, también conozco lo ilegible, el extremo
nombre de las profundidades (la muerte ciega de los peces)
salta el goteo e irriga las paredes…

Barataria, 19.III.2013