Imagen cogida de la página web: jlgimenez.es
FOSA
Me quedo aquí, a veces, con los
zapatos hundidos en los periódicos.
(Silba el gusano triplicado de las palabras agudas, de las
palabras sin sentido)
Llevo detrás las manos utópicas
de la cruz transfigurada en estribo,
las paredes desafiantes de los
símbolos, el muladar hirviente de la sangre
desordenada colgando de las
pinzas de la vigilia.
(Brinca el aire descompuesto en medio del abismo. Respiran los
muros
desde adentro: espectros, miedos, auras.)
—Un niño reza en los sombreros
del viento. La tempestad muerde los ojos.
¿Habrá luz en este viaje inefable
en el momento cuando crece la niebla?
¿Hay un horario para graduar la
temperatura de esta nave inmóvil,
sin que el ritmo acabe siendo
vulnerable, sin que deban purgarse otras
oscuridades, en la válvula
incontenible del paladar?
—Ya he dejado constancia en la
trama de tantos nombres, en el follaje
quebrado del solsticio: (conjura el estrépito desaliñado).
(Allí las sombras como un cataclismo de paraguas. Allí la ceniza juzgada
de la luz, —a cada cual la difícil tarea de su derrotero, el fuego
madurado
a volverse ceniza, alucinante alacena.)
A veces, sacudimos el pecho como
fruto de las estaciones menguantes
del calendario: hundidos en la
oscuridad de la dureza, no queda sino esta
porfía de cruzar los brazos en el
sopor de las ansiedades.
(Toda ilusión, al final, acaba siendo un infortunio. La brasa
oscurece
lentamente en la melancolía; viajan los días como arcaicas
oscuridades.)
—De pronto nos damos cuenta que
la fosa es esa otra forma inolvidable
del espejo hecho tierra. El
hollín de tantos destellos, ¿soñamos?...
Barataria, 24.III.2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario