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sábado, 1 de junio de 2024

ANOCHECER EN EL ESTANQUE

 



André Cruchaga


ANOCHECER EN EL ESTANQUE

 

Maniobra la noche en el viejo paraguas del estanque. Allí, callado

el brocal de las sombras, la neblina que deshojan las luciérnagas,

el viento metálico como una soga al cuello.

No hay nada y sin embargo oigo los cascos de caballos

deshaciéndose, una orqueta de agua y vacíos, el silencio mismo

que ronda mi cabeza, entre estatuas y litografías, las partituras

de nuestra historia patria y ciertos payasos alrededor del fango.

Junto a las orquídeas, anochece, todo se funde en una mitología

dentro de tiestos carbonizados.

 

Es casi sorda la hora al borde del horizonte que se amarra al polvo:

nada nuevo brota de las semillas de las certezas, salvo las mismas

conjeturas, salvo la ciudad que se desvanece con sus calles.

Pero no sólo anochece en la nostalgia, sino en el rostro que va

perdiendo habitantes, brazos, fluidez de palabras.

Ahora dudo hasta del agua que aún brota a borbollones;

Una luna de gabardina blanca cuelga de la pared de piedra de la casa.

 

—Tengo tantos recuerdos, como aquellos cuando andaba descalzo

sobre la arena, hundidos pies en la alacena del entusiasmo.

Ahora en las cunetas la orfebrería destruida.

 

(Todo lo humano se pierde en las mareas amargas del tiempo).

 

Debí saber que el presente es transitivo y no fuego encarnado

en los dientes; no sustancia de víveres inmutables.

 

 

el libro: «Final de espantapájaros», 2013

©Fotografía André Cruchaga

©André Cruchaga



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