©Pintura -Oswaldo Guayasamín
HORIZONTE DE DEFUNCIONES
En la línea
del horizonte tiembla la defunción de mis ojos
con su iris
tocando los relámpagos que trastornan mis sentidos.
El orden de
las cosas es el desorden de los ojos: alfileres por doquier,
las siete
cabritas del sonambulismo,
la imprenta
de los pájaros tras la herida huracanada de cohetes.
En el
sombrero de los claveles, amarra el sol su hamaca de destellos.
Arde el
relieve de los zapatos cuando busca el horizonte,
la sola
imagen de los epitafios en el poniente.
Llevamos el
«lastre de un fósil loto amóvil entre remansos»,
de bostezos
y muertes estancadas en la modorra de la obscenidad.
Todo
resulta trivial y deficitario cuyo horizonte está hecho
de
redundancias hazañas que nos cuentan historias apócrifas,
bisagras en
perífrasis sin engrase, poca aproximación a la empatía,
falsos
mundos que deforman la memoria.
En
detrimento de los derechos civiles, la rancia apostema del empeño
vano de ser
solo conjetura, rostros sin destino social,
no para la
oligarquía que contrala a su antojo los negocios
del hambre
y propicia el control del pensamiento.
Mientras
arrullan su fastuosa riqueza, otros su propio fósil.
Del libro: «Final de espantapájaros», 2013
©Pintura -Oswaldo Guayasamín
©André Cruchaga
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