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martes, 16 de abril de 2024

OFICIO MATUTINO

 

André Cruchaga


OFICIO MATUTINO

 

 

En la hora del rocío, el poema abre las puertas de mi pecho, abre

de par en par los onomásticos del invierno,

abre la hazaña a través del filón de multitudes, huellas de sombras

de cuando era niño, aperos que uno quiere reivindicar en el fuego

de las palabras, palabras que se acomodan en los zapatos.

Abre la contradicción presunta de la luz, hasta el desvelamiento.

Abre los mingitorios erráticos de la historia, la mirada abigarrada

del anciano, los escrutinios de la caverna en la que vivimos.

Abre la jaula terrosa del país, el orgullo nacional bañándose en tiesto

de ceniza, charco de heredades omnipotentes.

Abre este calvario de frac y burocracias, de pestañeos inmortales

en una tierra de marginados, sin casa, tierra, comida.

Es fácil advertirlo, mi oficio comienza desde la flecha que dispara

el sol luego limpio las manchas dejadas por la noche anterior,

los ojos frescos se empeñan en el ala del pájaro y en el amor crecido

de los perros que me acompañan,

de lo remoto de un mar que no conozco surge el poema a orillas

del petate de los muchos muertos que llevamos.

Nunca es trabajo este yunque lleno de sueños y acantilados.

 

Del libro: «Final de espantapájaros», 2013

©Fotografía André Cruchaga

©André Cruchaga


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