©Obra pictórica de Viktoria Kalaichi
NADA DEJA DE
SER EXTRAÑO Y PRECARIO
Al fin y al cabo, todos
los hilos de la vida
se tejen tan precarios, tan
teñidos de tedio.
Aurora Luque
Tan de tedio el guacal sin asas del fondo del
infinito y su horrible sonido de huesos y su nube de almíbar rezagada en el
entrepiso del fruto maldiciente. Nada deja de ser extraño y precario: el hilo
de los presagios es una ciudad de nostalgias, una estatua con sus encajes
desvalidos, una extraña cópula al punto de voltear los ojos a las páginas
ahorcadas del alma. Adoro las aguas que golpean, agolpadas, la boca fulminante
de los viejos amores, el marisco de fuego en la obsidiana tocada por lo dedos
del sabor fugaz del desbordamiento. Después de todo, me detengo en las órbitas
del ruido de una sonrisa desencadenada de pez de sol en la transparencia de las
ingles.
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Del libro: Fuego de llaves invisibles, 2021
©André Cruchaga