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domingo, 24 de septiembre de 2017

SOMBRA DISPERSA

Fotografía de Heinrich Heidersberger - 
Laederstraede, Kopenhagen, 1935 (Pinterest)





SOMBRA DISPERSA





Cada espejo es una sombra dispersa en la oscuridad un agujero cercano al aliento cada esbozo de ella agoniza en las ojeras nunca hay certidumbre ni alojamiento para el desenfreno de cada uno de los objetos que atizan mi locura: sombras de sombreros con féretros irreverentes envoltorios de andrajos como un pasto de polvo conmoviendo mis sandalias y sobre el tropezón de ruidos obsesos los tiempos inverosímiles abrochados a ese infinito donde mueren oxidadas las aves de la otredad duelen las radiografías dispersas de las uñas duelen las esquinas del rostro en los ataúdes difuminados de la memoria (duele suponer el humo como aprendizaje y ceder al tanteo disperso de los grises y a este presente roto de las palabras) —A menudo pienso qué es mejor: detenerme o continuar comenzar sobre la piedra el día futuro abrir las aguas de la nada enterrar los rieles del filo de los límites o caminar a la par de las colillas acumuladas en el grito solitario de una gota a veces uno piensa con normalidad la indiferencia y el absoluto sin huellas también en la fijación del rigor mortis en los objetos acumulados debajo de la cama: pero ya no tengo destinatarios ni la trama que una vez encerraron mis palabras mucho menos ese juego insólito del infinito en mi cuerpo a cada quien le fue dada su porción de infierno para que transite su propia puerta o umbral supongo que  hay que gozar haber nacido y sonreírle a las artimañas al fluir que nos hace descender debajo de las aguas (sólo la tortura nos hace sentir el tiempo aunque neguemos mil veces su destrucción) —vos lo sabés porque conocés el lenguaje de las lamentaciones cada uno de sus cuerpos abatidos sabés de los temblores del paladar de todo el costal de deseos de los espejos del frío acurrucado que muerde la angustia de las arrugas hundidas en las hojas de los periódicos (con todo extraño los fulminantes del desván y la luna verde del chorrito de fuego) en el grito del manicomio de mis pensamientos más de algún proverbio de sarcófago o un paraguas de letargos buscando las alas temblorosas del trapecio al parecer todo está por desasirse llorar no da claridad a la madera de los sueños tampoco lavar las cobijas supone abolir los pecados debajo de ella…
Barataria, 2017

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