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viernes, 22 de septiembre de 2017

ANTIGUOS PÁRPADOS

Pintura de Vasily Kandinsky, cogida de Pinterest






PESTAÑEOS





Hay designios inexplicables como las fotografías mortuorias que lo acompañan a uno: embriagan los recuerdos con su alto grado de ahogos aunque en lo remoto se difumine aquella afección de retórica oscura en las moscas gelatinosas de la tormenta la succión irrefrenable de rostros y servilletas y moscardones a la hora del desbarajuste de los sonidos o de la boca abierta de lo agrio por supuesto en rigor de la memoria los ataúdes torcidos en el aliento y la locuacidad indemne de la hojarasca (uno le va mordiendo cada día los calcañales a la nostalgia al recuerdo a los adioses: la vida es ese ir perdiendo la calma en las calles marchitas de tantos brazos es ir apretando el mapa de las mudanzas entre el rastro que deja la bruma de las piscuchas otras veces es la celda de la propia duda la que arrecia cuando se rompen los zaguanes y no hay lugar para hacer nido ni un libro para quemar tantas dolencias) —igual siento que me he dedicado a cultivar sombras a hacer inventario del aguacero a gastarme en la herrumbre de las esquinas de un país desdibujado: en el barro se hunde la calma y las distancias mis manos laceradas de unos ojos vencidos cercenado el pájaro de la ventana rota la flama de la espera el muro que sólo se abre a un desfiladero en la horqueta de frío la flor de tanta zozobra y la madriguera de tristeza de mi boca es posible que vos te empeñés en otras batallas no menos soeces que la costumbre sórdida de la ceguera (en el terreno del fuego supongo que cuenta la incineración de ataúdes y funerarias el oficio de las corazas o la ceniza en el cuenco de las manos) yo perdí la cuenta de todos los epitafios escritos en la cama entre el perro indefinible de la deshora y el trasiego de esquirlas: un día no seremos ni siquiera el salvoconducto para una lágrima ni el puchito de sal en las uñas de un ciego ni ese tren que lleva en vagones grises  el equipaje de tantos pañuelos —en realidad ya no recuerdo los olvidos ni los regresos ni todas las noches donde anidó el chubasco ni si el hacha me apresuró a la fosa con esa cojera de ojos y enmarañadas almohadas (el poema de seguro es el último refugio para un suicida)
Barataria, 2017

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