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miércoles, 31 de mayo de 2017

CIRCUNCISIÓN DEL OLEAJE

Imagen cogida de la red





CIRCUNCISIÓN DEL OLEAJE




De la raíz sudorosa del hambre, los ojos cegados por el grito del viento.
En la densidad de los calambres, se propaga la circuncisión del oleaje.
Entre el sonambulismo, los linderos de la noche quemada de los sermones.
Cada vez huelen los pájaros a túneles amargos.
El movimiento de cabeza solamente llamando a la puerta, las manos
irrevocables de la madera, el cincho de saliva como largo inventario,
esos días sin importancia únicamente para hacer números,
contar una a una las palabras quemadas,
regresar del mismo viaje con la certidumbre de no saber del tiempo.
Ahora veo en la palma de la mano todos los veranos, las aguas cortadas,
el deletreo de los zapatos, o los trenes arremolinados en estanterías
de dudosa senectud. Junto a mí, la gota del latido.
Hasta hoy no se han abierto las aldabas del deshielo, ni la ventana de caballos,
ni ha vuelto el niño bajo la lluvia,
ni la orfandad ha dejado de ser compañía del espejo.
Siempre voy ciego y atardecido como las aceras, tiembla la oscuridad
de mis rodillas, frente a la demasía de las culpas. Vuelvo al instante vivido,
vuelvo ciego de risa y roto de horizonte, roto de nombres cayéndose.
Camino en medio de bocas descarnadas de niebla, entre la memoria de metales
sin voz, desnudo de sequías como el silencio.
Ante tanto rastrojo, enhebro mis pupilas en la tierra amortajada del tórax.
Barataria, 2017

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