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lunes, 5 de marzo de 2012

RAZÓN DEL CÁNTARO EN LA CERCANÍA DEL ARCO IRIS


De pronto quedamos a merced del desprecio, de la rigidez finalmente del latido.
¿Hasta cuándo funcionará la ética del bien común?
¿Cuánto debemos esperar para cambiar de anatomía de estas osamentas corroídas,
despiertos en medio del zoológico de la semana?
Fotografía de Lázaro Aguirre





RAZÓN DEL CÁNTARO EN LA CERCANÍA DEL ARCO IRIS




Desde el púlpito de la razón, uno se da cuenta que en nuestro tiempo hay preeminencia por la mentira: una mentira y otra, sucumben al arco iris; me enfurecen los patrocinadores de la mala intención, las mortajas y lápidas, la campana lúgubre retorcida por el viento. Ante tantas aguas sucias por doquier, uno se vuelve escéptico, si no es que blanco de esas altas mareas. De pronto quedamos a merced del desprecio, de la rigidez finalmente del latido. ¿Hasta cuándo funcionará la ética del bien común? ¿Cuánto debemos esperar para cambiar de anatomía de estas osamentas corroídas, despiertos en medio del zoológico de la semana? Florece el vinagre y cuanto de purulencia tiene el escalofrío; en la ventana respiramos la medianoche del suburbio como condición de conciencia, no de estancia. Hasta los gusanos se han vuelto ídolos a falta de ojos para ver con claridad el espejo; lamento que en esto, se queden cortas las leyes de la dialéctica…

Barataria, 26.II.2012

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