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domingo, 4 de marzo de 2012

EL ESPEJO LO DICE TODO


Con cada perdigón de palabras se hace el poema:
quedan ahí, las oscuridades precipitadas en el brocal del pozo,
el peso de la ceniza que se hace hondo en el pecho.
Imagen tomada de Miswallpapers.net






EL ESPEJO LO DICE TODO




El espejo lo dice todo, al menos lo que el ojo hace visible en el tiempo; al menos lo que las manos tocan, cuando la respiración se aquieta en el cuerpo. Hecha la escritura, viene la colisión de palabras y mensajes, las categorías del badajo de la tinta: lo irrenunciable que resulta después lo dicho. Con cada perdigón de palabras se hace el poema: quedan ahí, las oscuridades precipitadas en el brocal del pozo, el peso de la ceniza que se hace hondo en el pecho. No hay manera de renunciar a nuestra propia imagen. Atrás de la máscara hay llamas, tempestades, huracanes que soportan aliento y agonía. Después de todo, con la imagen enfrente no se puede guardar el equilibrio, ni darle cuerda al reloj sediento de semanas, ni borrar el césped donde las estatuas abren sus axilas de aguas sucias. A veces me río de los fósiles de sal que habitan mi rostro; los surcos moribundos que han hecho las gaviotas, el estupor que me surge, en víspera de la piedra de moler del poema. Al final, no sé si el espejo pueda decirlo todo. O que sea cierto todo lo que dice. Me asalta la duda, desde luego. Dentro de cada cual hay caminos de sangre que no sé si desembocan en la mar…

Barataria, 01.III.2012

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