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miércoles, 20 de octubre de 2010

ALTOS RUMORES, EL AZAR SOMBRÍO

Altos rumores, el azar sombrío de las cortinas y las horas. Altos.
Sobre las aguas, el espejismo de la aurora.
Esa moneda efímera del instante, —el azar que crece en el suspiro
O el dolor, el exceso de epitafios como un violín inclinado
En las escaleras de la ficción-
A veces las palabras me saben a mercado nauseabundo.
Imágenes en Blanco y Negro





ALTOS RUMORES, EL AZAR SOMBRÍO




¿desde dónde ha caído esta hoja amarilla
sobre el papel en el que escribes?
ESPERANZA ORTEGA




Altos rumores, el azar sombrío de las cortinas y las horas. Altos.
Sobre las aguas, el espejismo de la aurora.
Esa moneda efímera del instante, —el azar que crece en el suspiro
O el dolor, el exceso de epitafios como un violín inclinado
En las escaleras de la ficción-
A veces las palabras me saben a mercado nauseabundo. La ciudad
Acumulada de hojas en el pecho, rostros cuya intemperie los desvive.
No sé de qué piel oscura devienen los muros, ni hacía donde las paredes
Avientan la ceniza que responde a la órbita de los ojos.
Cruzo los gajos de niebla entre cucharas de dudosa procedencia.
El desatino muerde la alta noche del azúcar.
Ahora los ojos muerden el barro nocturno de los candados,
El trébol de la leche, el espejo de los pétalos, los sonidos de las botellas,
La luna carcomida por el lápiz titubeante,
El desagüe de la boca en el polvo, el plato ciego de la carne sobre
La tierra con sabor a manos sudorosas. —De pronto, la luz moja
La corteza de mis abismos: todos los pañuelos desintegrados
De los pájaros, el caballo súbito de la garganta, con sus filosos cascos.
Durante los fines de semana me queda tiempo de reírle a las sombras.
Pulso el pronóstico de los periódicos,
Las palabras verdes del aire,
La niebla de las mañanas que de pronto se acuesta sobre las calles.
A veces las heridas contagian el fondo del viaje, —dudo de las inocencias
Anónimas, del rostro al trasluz del candil, de los espejos tímidos
Y callados, que en la soledad levantan la neblina,
Y queman las palabras con su dentadura. Y gastan sus uñas mientras
Duermen. Y duermen en la babel súbita de la luna.
El tiempo es una bicicleta de insospechada sangre. Este horizonte
Que gira inenarrable sobre la escritura de tanto pájaro en desbandada.
Cualquier rumor encandila las aguas de este nosotros de sueños
Y angustias. Hay vientos que no son de este mundo. Hay fríos
De extensas cuartillas. Hay súbitas habitaciones que todavía no conozco.
Hay banderas desfilando como sortijas y también agolpados inviernos
De áspero hollín.
Ahora debo aprender de nuevo a caminar entre el horror, justo en medio
Del hacha sorda del regazo, casi en la intemperie con las frondas
Arrancadas, del gas pimienta de las puertas cerradas, del grito que hiede
Próximo a los centímetros de la piel.
Salvo las plumas que son insolubles, lo demás es un atroz quiebrahuesos
Contenido en el aliento o en la respiración de la alcantarilla.

Barataria, 17.X.2010

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