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lunes, 6 de septiembre de 2010

ESTAMPILLAS

Aquí el mapa devuelto de las luciérnagas, —el tejido del alma
En el aire, el día como mariposas en la ventana.
Cada cierto tiempo incendian de colores mi casa, la vuelven
Esa túnica espesa del invierno.
Es una suerte que jueguen en el desván de mi armonía.








ESTAMPILLAS







…un día, al volver el rostro,
vemos a lo lejos,
como remotos barcos encallados,
cosas que creíamos llevar dentro,
y miramos que son musgo
los amores más ardientes.
MANUEL SCORZA







Aquí el mapa devuelto de las luciérnagas, —el tejido del alma
En el aire, el día como mariposas en la ventana.
Cada cierto tiempo incendian de colores mi casa, la vuelven
Esa túnica espesa del invierno.
Es una suerte que jueguen en el desván de mi armonía.
De simple papel se vuelven desnudas aventuras en el aire,
—presagios en la cuchara del bosque,
Tinta china en la cintura de las vasijas, alas globalizadas del polen,
Y hasta tesoros inasibles, guardados en pequeñas gavetas,
Donde sólo es posible guardan los recuerdos.
Cada respiración las guarda en el arcoíris natural de las pestañas.
Y es que así me hablan como el pan,
—Leves almohadas del pálpito infinito; pero condensadas en la memoria,
Como el diccionario con las flores de la vida.
Huelo cada fecha como un árbol crecido. Lamo mientras dura
El olor a pegamento, a tantas manos que han tocado el anhelo.
No he visto tanta belleza sino en los sobres mostrándome otros rostro,
Otras edades, otros rostros, otros trenes, otros barcos.
De un lado a otro desnudan sus alas.
Desde el relámpago de cada imagen, el universo llamándome,
La luz con su grito de enigmas.
El chispero de la memoria muerde el agua hervida de los contornos.
Cómo no madrugar para ver el parto de la caligrafía,
El presagio de una vocal unánime,
Los días festivos de las buganvillas, la flor de cedro, el izote tendido
En el barranco, el venado cola blanca,
Las esculturas de Macedonia, las mariposas de España,
O el copihue, o el vendaval de artesanías de todas partes del mundo.
Cómo no mirarme en los pioneros de las naciones,
En la raíz infinita de la sangre,
En la respiración del bicentenario reconquistado,
En las vacas líquidas de Nueva Zelanda, en los migrantes nuestros
Junto al canguro, en el Rhin que me llega en postales, en las figurillas
Barbudas que me vienen de Suecia,
En este mi terruño subterráneo en los labios.
El cartero siempre regresa a revivir mi pálpito. Siempre me trae
Una, dos, tres, almohadas azules,
Un bosque con torogoces, soñando el eco en sus alas.
Carretas y bueyes de humanos rostros, manos que he aprendido
A descifrar en lo inasible,
Tiempo total como en un pozo el arcoíris.
Vienen porque la conciencia las consagra. Vienen adheridas
Como el suspiro en los labios. Vienen sencillamente inmensas,
Y se quedan resguardadas en el baúl de mi sangre.
Barataria, 04.IX.2010

13 comentarios:

  1. ¡Qué fiesta, qué algarabía! -André- te llega desde lejos y te abarca el todo, desde la raíz del pelo hasta la lengua...y cómo no hacerse prisionero de la tinta si se derrama en el papel de tal manera que la vida se convierte en toda la geografía y los contornos... ¡ay, si las palomas trajerán los mensajes en las patas, si todavía existiera ese nacer de la lágrima cuando a lo lejos viene surcando entre el viento un dilema -André- si eres tú o es la tristeza que se acerca!

    Feliz semana, Poeta.
    Marina Centeno.

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  2. Vienen, Marina, así de primorosas como tus palabras-alas, como tu halo en la caligrafía húmeda, como el surco bifurcado. Vienen. Y yo, embebido, en el trance, no hago más que contemplar dentro de mis parajes, esa unánime sinfonía de la vida.

    Ahora te mando un beso de aquí al cielo.

    André Cruchaga

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  3. Acá en mi cielo-André- hay nubes que observan la monotonía que se junta en la orilla, cuando pienso que más allá de la línea que divide "tu cielo" con "mi agua", hay colores que presagian deseos en absortos silencios de vaguadas...

    Salud y buena tarde, Poeta.

    Marina Centeno.

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  4. Acá en mi cielo-André- hay nubes que observan la monotonía que se junta en la orilla, cuando pienso que más allá de la línea que divide "tu cielo" con "mi agua", hay colores que presagian deseos en absortos silencios de vaguadas...

    Salud y buena tarde, Poeta.

    Marina Centeno.

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  5. ...y creo que me embriago de lo absorto de tus arcoiris, de la ruta que llevan tus palabras...por qué seré la frágil -André- por qué tengo en el pecho mis dos alas....

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  6. Marina, poeta amiga, como no seguir, sin prisa, para palpar al unísono el tránsito por esas vaguadas y convertirlas en cómplices intimidad de la sonrisa. Sí, porque llegado el momento se incendian todos los valles y no se requiere más abrigo que el escalofrío, el goteo de la poesía.

    Un abrazo,

    André Cruchaga

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  7. Como diría el lobo, son para que vueles mejor. Es el cobijo fiel de lo furtivo, las lunas ordeñando el torrente.

    Abrazos,

    André Cruchaga

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  8. El lobo es un ángel de la guarda, aquel que en amenaza es una débil voz que se desplaza de los muslos al cielo -tu cielo André- y en esa parsimonia el cordero es la bestia con mil alas -el poema.

    Salud.

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  9. También el lobo es la avidez, más que sueño, caudal del oasis, el poder obseso de la sed, el ombligo que fulgura braceante por todo el orbe hasta el vellón donde el poeta encuentra su remanso.

    Abrazos,

    André Cruchaga

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  10. Ah, esa bestia babeante -André-! que se transforma en todo: ruiseñor, cordero, gusano, hormiga, mariposa... pero es sólo una cosa -y lo sabemos- una espada que te abre las puertas y ventanas... y el torrente se esparce por las calles y las rutas del cielo, tintando de emoción dese lo casto hasta lo venidero...

    ...y ya no digo más, porque los dedos crujen y el corazón se aplasta. -André- no siempre es fuerte quién lo dice todo, porque en el silencio el cobarde grita y el valiente tiembla cuando llora por dentro.

    Salud, Poeta.
    Marina Centeno

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  11. Pues dilo todo antes que anochezca, para nacer hemos nacido, como dijo el maestro Neruda. Y en efecto, ya es audible el torrente, como esa ráfaga que rompe las tapicerías, como ese caminito de río después de la espuma.

    Te mando un abrazo enorme.

    André Cruchaga

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  12. Lee este poema, como si hoy lo hubiese escrito:


    Gozo del rocío


    Entre nudos, el arpón ardiente en las manos.
    Los pájaros de los senos, dulces, viento del alba.
    La luz desmiente lo que el ojo ve en la noche.
    Augusto el litoral, la espuma en la boca de la gruta,
    Roca del deseo, aves sobre el peñasco del silbo.
    El monte grave, tupido bosque en el torrente del agua,
    —follaje que el viento aligera en el aliento
    Y torna cuna la pródiga hazaña de lamer el tributo
    De la litera. Ciego es el mar; púrpura el orgasmo
    Sobre el promontorio de sal de la espuma.
    Esquilo bajo las campanas el grano de los poros:
    Otra miel prolija surca el mimbre de las sienes.
    El lobo de la noche hurta cualquier sosiego.
    Húmeda la queja, la brasa en desatino. A media ribera
    El huerto en la boca, imán donde el arroyo
    Despliega peces y desata la leche de las venas.
    El nido abriga, entre ramas, el pincel del anhelo.
    El áspid sobre el vaso de los senos, el fuego ciego,
    Penetrado en el azabache cóncavo de la tormenta.
    —Dirás después entre el césped y la yedra, sin tregua,
    Que el calendario es corto y ligero para estar aquí,
    Concentrados en este desvarío de alelíes.
    La lava es fiera sobre su atalaya.
    El aliento es el que mejor ilustra las ingles desnudas
    De la roca. El muelle de la boca, lascivo,
    Toca tierra en la desnudez del rayo.
    La voz es gutural desde la caverna, pedazos de voz
    Sobre las aguas, pájaros a coro el gozo del rocío
    Entre las piernas, sobre la almeja dulce donde duermo.
    El viento teje y desteje los gemidos.
    Las ubres se yerguen sobre el vacío, sobre el goloso
    Ámbar que lo hila, sobre las manos que las coronan.
    Así luce como un cíclope mi lengua, sin reparo,
    En cada campana que me liga al despojo.
    Cada día, sin fatiga, abro ese cofre solícito de pájaros.
    Y es que en el sembradío, el surco espera que concurra
    La semilla, hasta precipitar el río de las venas.
    Barataria, 02.IX.2009

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  13. "La semilla, hasta precipitar el río de las venas".

    a André Cruchaga

    Sólo un suspiro y todo se deshace
    hasta la cordillera de los muslos
    ese cajón donde el embate
    es pandora de luces y desastres

    Pero llegan las sierpes
    y se cubre de tierra la memoria
    porque el páramo es frío

    y la madre se ausenta cuando el niño es adulto
    envejece como libro prohibido
    acostumbrado al roce del silencio
    y el metal del olvido


    Marina Centeno
    Yucatán México

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