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miércoles, 5 de octubre de 2022

PÉRDIDA DE LO GANADO

© Obra pictórica de Joan Mitchell


PÉRDIDA DE LO GANADO

 

 

«Su paso es una llaga sobre el rostro del tiempo.» Repica después emborracha los días: tenía todos los extravíos de la tarde en las paredes de lámina de los callejones se fueron acumulando las distancias los pernos mohosos de las aldabas las manos de la fatiga: era menester golpear una y otra vez las heridas en lo inmundo plantaba fuegos hasta el hartazgo era diluvio este lado del espejo el hondo cuerpo descubierto de los días sospecho ahora de la lluvia en los ojos desplomada con la necesidad de alinear los poros de las palabras lo bastante para el esplendor o el estrépito a no ser por el tiempo éramos equilibristas bárbaros para forcejear en todos los rincones del ardor hoy solo podemos delatar las contradicciones y los tributos exaltados de la primera gracia ¿Quién puede arrancarle los ojos al manicomio, asomarse al tejido destruido dar un amén de hostia en medio de tantos transeúntes?  Nunca me resistí a la saliva de tu boca ni al alboroto del musgo endulzado por el tacto nunca aborrecí tu lengua emplumada de colibrí ni ese siempre lento suspiro del escote pero su nombre no se estira con el tiempo ni retorna al cuerpo que tuvimos si acaso un sabor a lejanía ronda  en la memoria si acaso  siempre le dije dígame y usted cambió de personaje y yo de debilidad supongo que nunca estuve ahí pese a tener el horizonte de unos brazos definidos claro que «en esos arrobamientos mi cuerpo perdía su calor natural, y se iba enfriando, el suelo bajo el cuerpo…»

 

Del libro: «Mi memoria se ha cansado de llover y esperarte», 2022

©André Cruchaga



 

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