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EN LA FLOR
DE FRÍO
Váyanse,
les ruego, déjenme vivir.
Quiero
tranquilidad, quiero dormir.
Con
integridad pagué por todo.
Tamara
Karpenok
En
la flor de frío, el descenso ciego de los días: nos llueve la pulsación de los
ecos y la escarcha del murmullo. A ratos, conmigo, la tumba del cuerpo antes de
hundirse, en los dientes oscuros del vacío. Huyo de la cobija enmudecida del
hastío, de aquella gangrena cenagosa de la espera: sobre los hombros todo el
cansancio de los sueños y el incienso de la muerte que llega, sin aviso.
Del libro: Metáfora del desequilibrio”, 2019
©André Cruchaga
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