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miércoles, 27 de septiembre de 2017

TRASIEGO

Pintura de Lars Eje Larsson, cogida de Pinterest





TRASIEGO





Esta sed siempre se atreve a buscar en medio de las linternas ese sonido que trasiegan los ahogos: acaso porque ahí enciendo todas las intemporalidades y la memoria que contiene mi respiración todo el sudor natural de la entrega en mis ojos está la herida de la neblina y la pira de los incendios que uno inventa en los despeñaderos del vacío uno trasvasa los escombros de la desnudez hasta que el sonido del tiempo cae al fondo de los sedimentos en mis días de lámparas nunca pude ver el cadáver inapelable de los sombreros ni los riesgos del martillo expectante (todo era un juego de acertijos el rumor afinado del insomnio las miradas cavernarias del azogue los pedacitos inmóviles de la asfixia la primitiva tiniebla de las inmundicias con su apariencia de feroz jaula: en ese descolocar o inclinar el alambique las moscas con su fuerza inclemente o el monólogo invisible de los latigazos o las degradadas pasiones de lo impúdico) —se me hace difícil el tránsito entre tantos nombres muertos u olvidados nombres y ojos lejanos bocas y brazos distantes me dejo caer entero a las funerarias de polvo y telarañas ahora que lo recuerdo sólo intenté ser entre tanta distorsión de esquinas y cachivaches entre días de violentas multitudes y descompuestas certidumbres ya revueltos los crepúsculos cualquier noche hizo lo suyo: velar el desecho de mi Paraíso o beber la caída de los horcones de mi sombra entre el escombro y el frío los miedos que suscita la nostalgia y su rostro de cancerígeno aborto: en el ojo de tinta sin embargo todo es combate por eso asumo mis miserias y muerdo las usuras sin superstición alguna nadie puede justificar el hedor de la podredumbre ni hacer simulacros con la asfixia de todos los amarillos irremediables el buitre de lágrimas en el tórax y la viscosidad inmóvil del martirio desde el puño de la herida la sal y su caducidad doliente los instantes comunes y ciegos del tedio o los agolpamientos que propicia la retórica (nos llueve desde las sillas desoladas del crimen desde las fechas que nunca inventariamos hasta el arrojo del agua hirviente entre tanta historia de homicidios se nos va adentrando la tristeza hasta que el ceño encaja en los féretros) por si fuera poco se acaban las alas y enmudece de rugosidades el aliento sólo nos queda la locura como posibilidad de indulgencia…  
Barataria, 2017

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