Pintura de Joan Miró, cogida de Printerest
PÁJAROS LEJANOS
Aquellos pájaros primeros que incendiaron mi alma, tímidos
tanteos
hacia la rama que nada tiene con la sombra.
Juega el tiempo en las aguas que imagino, en el ala que
sostiene sueños.
A veces me vienen pedazos de aroma de las campánulas.
Pájaros lejanos, acaso como la lluvia que llega golpeando mis
pupilas.
Acaso como un incendio del que ya no tiene control el alba,
sino el galope vencido de la brasa.
(Ya sólo me queda la
memoria y la voz cansada y algunos amarillos clavados
en mi piel, y mis
zapatos que compensan ala y trenes.)
Cada vez las distancias se tornan más lejanas, un trapo de
ojeras
en los párpados y encima los ásperos días del calendario.
Ya casi hemos dejado también las palabras, para sopesar el
sonido quemado
del polvo, y el jadeo húmedo de la carpintería de los cuerpos.
Los desvelos son interminables: allí, sin embargo, los
relámpagos del sexo,
y su casa de aroma que me habla de la sustancia quebrada del
paraíso.
(En la desmesura, claro,
gotea todo el rocío, líquidos los alientos.
A veces entristecidos
como el yo en el vacío, como el búho y sus dominios.
Sobre la lejanía, los
pensamientos erráticos sin ninguna audiencia.
Todo se aleja tal los
ojos sordos del absurdo y los cementerios.
Suspiro y aprieto mis demonios.
Camino oscuro y con la
salmuera rota de todos los agujeros de mi sombra.
Respiro mientras me
golpean los últimos recuerdos.)
Barataria, 2017