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domingo, 26 de febrero de 2017

TEMPRANA FUGA

Imagen cogida de Pinterest





TEMPRANA FUGA




Súbitas calles muerden las sombras de mis pies. Hienden las sienes
las hienas sordas de la negrura; ciegas las infancias del ojo indefenso
ante el olfato roto de las alambradas.

Uno acaba cambiando de piel ante la polvareda, o la carcajada abierta
que nos desafía. A veces sólo queda cruzarse de brazos, adelantarse
a los horrores de la noche,
morder el pescuezo siniestro de las deshoras, jurarle a la reúma
del poder sobre las migajas, o encasquetarse en la boca
de los sombreros sin posibilidades de retorno.

Jamás se retorna a las mismas aguas, aun cuando giman las culpas.

En los alrededores de los sueños, hay necesidad de tocarle las manos
a las horas, precipitarse en las caligrafía de los cadáveres,
repasar las lápidas quebradas del aliento.

Ahora únicamente sobrevivo al ronroneo de la apariencia, al grito
desordenado de los candiles, al párpado quemado de premura.
Soy convicto de penurias, y confesas verrugas que de seguro requieren
más de una cirugía. Leo desde el calorcito de las cloacas.

Me divierte a fin de cuentas el fastidio, esta herida abierta que nunca
fue curada (me duele evocar la saliva de tu boca, no regresar al umbral
de tus muslos. Me duele el frío en mis manos.
Me duele pensar en los condones reales de la soledad y obligarme
a un tiempo de vómitos de tedio y a yermos ardimientos.)
Barataria, 04.I.2017

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