Imagen cogida de la red
DESTINO DE LA SOMBRA
En
aquella boca de dolor, la piedra de la sombra y ese redondo hoyo
del
infinito, allí, tendida la rama del
pecho, como otra oscuridad doliente.
En algún
rincón, junto al prurito de la polilla, el extraño absurdo
de la
esperanza, los tantos destinos, el mío y el goteo del sollozo, mordido
por los
fríos del último aliento.
─Siempre
he caminado junto a mi sombra y he abierto el orificio necesario
para
saltar, por ejemplo, al otro lado del cerrojo.
(Cada quien en cada página desnuda como
quiere la piel, más allá del ritmo
de lo que otros quieren; yo no soy comensal
en ciertas mesas o lugares,
donde caben los ungidos: no creo que la
miseria nombrada con miseria, tenga
que ver con las palabras, si acaso, con
cierto titubeo.
Ante ciertos acordes no encaja mi luz, aunque
el pozo del tiempo haya acumulado
mundos hospedados en la tinta. Simplemente
canino con la fuga
en los hombros, junto al fuego estremecido de
los precipicios.
Siempre estuve allí, solo y desangrado cuando
las agujas se robaron mi espacio;
a nadie vi, salvo al paraguas de la paranoia.
Salvo la respiración de mi sombra.
Salvo mi infancia trastocada.)
Todas las
caras que vi, las sombras, las
enredaderas, algunas camas cansadas,
los
insultos, le dieron a mi sombra el sentido necesario para entrar o salir
de los
burdeles: mis pies nunca fueron hechos para la controversia.
Mis
palabras son el árbol de un cuaderno de tinta diferente…
Barataria,
25.IV.2016
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