Imagen cogida de la red
TRAYECTORIA DE LA VIGILIA
Pulverizados los ojos, sólo las
palabras queman los poros: el olvido no desvía
la indigencia; llueve sobre la
sombra de la gruta, en los postigos del fermento,
o en la muerte del tiempo que nos
sobrecoge.
Al pie de la trayectoria de la
vigilia, los apuntes rescatados de los sueños.
Odio la textura de lo sombrío
cuando los bostezos magnifican esta suerte
de cuerda floja en párpados
consumidos por el tizne de las sombras.
A veces llueve más fuerte que un
grito en la medianoche.
Se hinchan los párpados y las
especulaciones; saltan los resortes de la saliva.
Topo el zigzagueo de los
calcañales es lo cotidiano. A oscuras atravesamos
la respiración, las leyes de la
orfandad,
la noche lívida de sal, las
tumbas y los hospitales alrededor del ansia del grafito.
Dentro de este mundo uno cohabita
con ronquidos y zarpazos, con hambres
y metales y petates, con extrañas
disputas de carroña.
Con el candil asediado de
pájaros, uno espera el azúcar de lo inefable.
(Alguien me advierte que el alma es un problema), no así, la ceniza o la muerte.
A veces caminamos sobre la brasa
de lo insólito, desamparados y depredados,
en la inmundicia del aliento:
siempre es así cuando la lengua
de las especulaciones no nos da
asilo; de otro tiempo, las astillas de la jungla,
o el terror en el signo de
interrogación de las ventanas.
Algo es extraño en la flor de la
oscuridad, las sienes tienen soles insondables,
y delirios que bien podrían ser
un cuadro de Magritte en plena sombra…
Barataria, 12.XII.2015
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