Imagen cogida de la red
ASEDIOS
Entre las espinas que asedian, el
nudo de los pensamientos en la garganta.
Toca fondo el pecho del agua en
la salmuera, la hosquedad y sus fragmentos
de astillas: todo el abismo
afilado en la sombra de los zapatos.
¿Hacia qué rumbo cardinal derribo
los muros de la patria y esta acumulación
de deshoras y los nombres con
sabor a vinagre de los espejos y los héroes?
Debajo de la sábana, el grito
quebrado
de todas las rejas oxidadas: el
apotegma o la falacia, el circo compartido,
la saliva cóncava de ciertas
bocas, los genes seudopitágoricos
en vísperas siempre del ascua.
¿De qué orgasmos de astronómica
apoplejía nos salvamos o huimos?
(El crimen resulta ser tan rentable como el silencio.) ¿Quién le gana la batalla?
Aprendimos a dividirnos en la ceniza.
No somos el ave Fénix, ni deidad alguna.
Apenas, amnésicos candelabros en
la castración del escupitajo.
Barataria, 29.VIII.2014