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jueves, 24 de julio de 2014

CAUTERIO

Imagen cogida de la red




CAUTERIO




Quemo las palabras y mi aliento: quemo el alfabeto y las arterias.
También me olvido, por increíble que parezca, de los rescoldos y su diaria
ceniza, de las truculencias del sistema financiero y lo insólito de los andenes.
El picotazo del asombro es lo único que me salva: ya tuve brasa, cirios
y purgatorio; no quiero el lugar donde se fraguan tantas heridas sin el dreno
necesario. Es hora de deshacer todos los miedos.
La cirugía es necesaria ante las telarañas de la noche, ante el crimen
de los sentidos, ante la herrumbre que devora sin piedad.
(Al menos, cuando ya no seamos, no será la piedra la que se precipite sobre
los poros, ni mapa los sedimentos de la ignominia.)
Diré, después, que ninguna negrura es posible sin los ojos abiertos.
Ya está cerrada la puerta. El tren ha surcado la estación de los muertos.
Barataria, 20.VII.2014

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