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sábado, 13 de abril de 2013

BRUMA

Foto de Open Art, 
cogida de FB de Libraria Humanitas Valcea 





BRUMA




Puedo caminar entre los caminos borrosos de las calles. Morder cartílagos,
masturbarme frenéticamente entre las fauces de la tinta, con la debida
urbanidad del invierno, sin que el semen de los cementerios haga sus propios
estragos: me río de los murciélagos que sobreviven a la mesa del domingo
y a las noches que prolongan los relámpagos.
¿Hay otra manera de cortar las buganvilias sin romper los pétalos
sin que el público se alarme de los pensamientos?

(Necesito un museo para la sombra de mis sueños, sin publicidad.)

—A menudo me detengo a mitad de las sombras: soy animal residual
en la tinta seca de los calcañales, hueso anegado de rituales invertebrados,
(el hartazgo provocó desorden en boca, manos pupilas);
ahora me toca recurrir a las fotografías sepia colgadas del cancel del respiro,
y crear mi propio catálogo de sonambulismos (la sábana rota que nunca
sospechamos, el discurso en los fósforos encorvados de la penumbra.)
—Pero, después de todo, vale la pena reír.

Sólo debo anotar en mi cuaderno la próxima cicatriz, el chubasco de otoño
en mi cuerpo, o comprar otra tinta menos desgreñada para mis pensamientos.

Barataria, 13.IV.2013



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