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sábado, 9 de marzo de 2013

INSOMNIO

Imagen cogida de la red





INSOMNIO





Sucede que el humo germina en la uña de los muertos. Allí, en el vagido
desaforado de la asfixia, entre exégesis y pulmones.
En la combustión estallan las agujas del reloj y el féretro que contiene
los huesos, la alegría corrosiva de los trenes,
y la parsimonia del suicida con una brasa entre las manos.
Mientras aparco el aliento en la habitación oscura, la gravidez embriaga
la memoria del ojo al revés de la ternura, bestias sórdidas en el nicho,
indescifrados ritos del andrajo.
—Sobre el hacinamiento de epítetos en el espinazo, afloran las dudas
como las aguas oscuras de los témpanos cristalizados.
Todo cabe en los nichos helados de las semanas, cualquier desatino
con excedentes de mugre,
los trapos del falso estupor y hasta el río obsceno del escombro: los residuos
del subconsciente dejan vendavales en el almácigo de los balcones;
otra cosa es cuando el paisaje se harta del diluvio y la caricatura altera
los hangares,
el trajín hasta el golpe de la ceniza, el agobio del aletazo o las pulsaciones
debajo de la colcha de los sueños derruidos.
Aún estoy en movimiento, figurillas desconocidas colgadas del cancel
de la saliva, raptado el horizonte del alba, entre durmientes
líquidos de náufrago, visibles espejos degollados por la ironía de la danza.
Siempre supe que hay diferentes maneras de perderse en el mundo:
canto a mi materia en fuga, impaciencia de espléndidas quemaduras…

Barataria, 28.II.2013


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