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viernes, 15 de febrero de 2013

SOL PONIENTE

Imagen cogida de la red





SOL PONIENTE




(Muerdo el sol negro del muñón que antecede al horizonte, los astros itinerantes de los ojos en la corteza de las distancias: en todos los estatutos del desdén, los brazos largos de los metales, y la sobremesa de las sombrillas silvestres al compás  del sesgo de los aromas; en la tarde, el túnel ilusorio de las venas, el odre secreto de la mesa del cervatillo en pos del ansia que desciende a la ceniza. A veces el prójimo sentado a la diestra, sólo es una monotonía del deletreo de la herrumbre que florece en la posteridad del aliento,  el muro en desorden de la crepitación resuelta, el anfiteatro del que nunca habló Heráclito.)

En el sol negro de la combustión de los candiles, la hornilla del trasunto
resguardando el carbón del caudal mortecino de la garganta.
—Bajan de golpe las telarañas del atrio espinudo de la altura, el comején
del aliento a la deriva,
el subsuelo con su raigambre de orbe, el trago amargo del polvo
de los violines en su absorto muelle de montepío.
Hay semanas hechas, enfáticas, para la oscuridad, hondas tormentas
de tozudez, minutos de aglomerado hollín,
rasguños en la andadura de la conciencia como las vértebras de la angustia.

—A la siembra del instante, le sigue la risa vacía de manteles: nunca
la claridad trepó a la arcilla,
ni el sol constituyó los zapatos del destino.
Quien desee cruzar la puerta a oscuras que lo haga. El presente debería ser
una alforja de olvidos y no la escalera que sostenga los días venideros.

—Aquí me quedo, sin embargo, en medio de este sol negro de la tormenta.

Barataria, febrero de 2013


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