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martes, 29 de enero de 2013

PIEZA DE MUSEO

Imagen cogida de la red





PIEZA DE MUSEO




no nos sirve la nieve sobre la banca del frío cuando la risa se ha convertido en pieza para museo  cuando el almidón ha sido cremado y no nos queda sino  esta miserable porfía de ver fotografías bajo la tormenta de los espejismos vivimos en dentro de esos dos jardines de la indulgencia: el sueño y el ensueño pero todo es así inclusive las baratijas de las calles  el sendero convencional del aliento los cuerpos engangrenados en el común de la Nada: de las buenas costumbres me quedo definitivamente con la intemperie expuesto al mal de ojo del abismo ahora soy un proscrito de la opulencia del trópico: mi deseo es vaciar mis propias cavidades quitarme la máscara entumecida de la nostalgia y de ser posible inundar el acto de escribir con aquellas postales que deslumbraron mi pálpito (“cómo me estorban las cortinas personales: prefiero el párpado de cal la concha tornasol mínima escafandra donde hierve la reflexión de cada arena  aire necesito aire hinchados husos recubiertos con pulidas mondaduras planetarios husos con qué zurcir toda la yerba asesinada”) Han pasado ya días días desde la última brega del sobresalto horas de utopía feroces apetitos para masticar el fuego: desde luego ya se había vaticinado el despeñadero póstumo del árbol almidonado y el sahumerio cuando disecamos la ceniza del mechero  cuando la almádana rompió la escalera de la respiración junto a la réplica de las bisuterías desde luego el humillo natural de los meteoros inunda las terrazas y las vuelve oscuras  lo supimos en la réplica de tanta noche sin sentido al final creo que ya todo está fuera de su sitio: las bancas vacías fulminadas por la nieve los esqueletos amarillos del insomnio cortando la yugular de las estatuas  sé que hemos caminado largos faroles de párpados y en cada migración de pájaros también nos marea el firmamento de las luces  en la herida llovida del correo que nos avienta a promontorios de palabras ante el cuervo que ayer nos robó el sueño nadie sino esta suerte de empezar de nuevo a tirar bocanadas de obscenidad y a degollar la eternidad que no tiene sentido cuando rasgamos el campanario de la trementina  pero algo es seguro: vivimos aguijoneados por la hamaca del tiempo y la militancia de la fiebre de las hipótesis a la menor insinuación de viaje arreglamos la valija y alargamos la sobremesa hasta el punto de evaporar las inflexiones verbales del pretérito  y si es cierto: (“un súbito fulgor encabritado entre escaleras que bajan de tumbo en tumbo a recorrer la sílaba que cuelga la perla negra en el grifo entrecerrado”) digamos que debajo o sobre la ropa del instante hay otras ropas que nos precipitan hasta el punto de la alucinación…

Barataria, 24.I.2013


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