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CON UN POCO DE TEDIO, MIENTRAS
RECUERDO
con un poco
de tedio mientras recuerdo los ojos
fijos del asfalto el bramido silencioso de las aguas que se presienten al lado
de las certezas reveladas a veces a medio sueño salen a deambular nombres
extraños y sombras del otro lado del tiempo que luego empapan el aliento y los
calcañales en la boca arrecian otras bocas empapadas ya de tráfico secular
boticas cantinas comedores sastrerías peluquerías y toda suerte de calles y
miedos no hay respiración en el papel salvo el puño que está sobre la tinta con
la certeza de algún estertor mientras recuerdo
los pájaros se precipitan en el vacío arden los pacunes del santo
rosario los restos del aire que gastan las multitudes las cárceles con su
bullicio silencioso mismo que la memoria habita en medio de la niebla de los
calcetines: algo he dejado de saber y ya no entiendo ahora por accidente o por
inercia busco la puerta las paredes los relojes la geografía y tantos chunches
detenidos en la trastienda de las conversaciones a menudo sin sentido cuando
éstas han sido monólogos cercados por fronteras nunca sospeché que hay
prisiones sin barrotes y abandono en la esquina de los grises lo debí haber
tomado en cuenta recordando los viejos adagios los pormenores recurrentes de
los secretos pero uno se aferra a ciertas lluvias e intemperies: al dolor por
ejemplo a la permanencia de rodillas esperando al cartero a veces se insiste en
la madera del olvido pero no llega en los sombreros negros del mal agüero en los mediodías que escapan de la trinidad o
en un pétalo rojo que amenaza la inocencia o al menos la tranquilidad son
muchos más oscuros los parajes de las lápidas que esta enfermedad de una muerte prematura arrojada al cansancio
de la existencia por suerte en la confusión al menos existe la posibilidad de
cerrar los ojos y ver la ropa de la soledad en los trenes de sal que consumen
con severidad estas pesadillas de palpitación autista no sé si a la medianoche
en el desvelo es la esperanza la que no deja dormir o es el camino que busca su
salida presintiendo el perpetuo extravío: sé que ahora nadie recuerda la
ofrenda y la lista de aromas
irrevocables ni el desasosiego a la hora de tropezar con las piedras no
digo que rezo en mi condición de cementerio pero el frío como el bullicio son
intensos: siempre es una suerte de condena lo perdido la compasión abarata los
desfallecimientos prefiero esto último y despeinarme sonreír ante las escamas
del misterio leve de garganta y de alas por si acaso hoy se detiene el cuerpo
en algún lugar silencioso mirad el cerrojo del cansancio y la presencia del
ciprés en los sonidos.
Barataria,
15.XI.2012
ES admirable el "olor irrevocable " de su prosa; perfuma la estancia y purifica los escombros que se van deslizando en la encrucijada del vaiven de los ojos...
ResponderEliminarGracias, Ana Delmy, por su comentario.Además de purificar los escombros como bien dice usted, sacudo mis propios demonios. Un abrazdo cordial.
ResponderEliminarAndré Cruchaga