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lunes, 26 de marzo de 2012

EL SILENCIO DE SIEMPRE


Extraño la bisutería de los funerales, la araña en la lengua de los sueños,
la inmensidad del mar desordenado de los rincones donde, pacientemente,
 se acumula la polilla, hasta volverse sustancia desprendida de los sueños.
Imagen tomada de Miswallpapers.net





EL SILENCIO DE SIEMPRE




Hoy, “desperté —como dijo Roque— a medio podrir, sobre el suelo húmedo e hiriente como la boca de un coyote muerto…” Como no hay silencio perfecto, los grillos y las moscas me perturban, al punto de perderme en la subversión de esta delicia, sin otro derecho más que el de acumular mi propio mercado de pulgas. Extraño la bisutería de los funerales, la araña en la lengua de los sueños, la inmensidad del mar desordenado de los rincones donde, pacientemente, se acumula la polilla, hasta volverse sustancia desprendida de los sueños. Mientras escribo estas confesiones, avanza el colibrí como si de verdad existiera entre la honda sábana de mis diluvios; entre la dicción desparramada del aliento, el cántaro secreto de la duda con todos los sentidos ardiendo en el ojal del zodíaco, hasta que el sudor brota descalzo sobre los poros. Después de cada sueño brotan las revelaciones: he vivido entre fuga y escombro, entre asesinos infames y plegarias. Antes y hoy, en primer plano el silencio, de otro modo no entendería tanto espejismo.

Barataria, 26.III.2012

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