Fotografia de Andre Cruchaga
KEETLEY
Bajo las bocanadas de silencio, nos alcanza la desnudez de la noche con el buitre del frio debajo de las sábanas; ¿qué nos quedará después de agotar el calor de los cuerpos, la emoción desgastada en cada intemperie? A fin de cuentas, peregrinamos al cruzar tanto silencio, si acaso un cuervo entre el bosque, el cuaderno de apuntes para escribir tantas ciudades nocturnas. Para vivir, atravesamos heladas palabras, sin más abrigo que las calles ancladas en el agua. Sin más regocijo que los poros torpes acercándose a la puerta de los latidos. En medio de tanto cuerpo apacible, nosotros ansiando luciérnagas, obligados al pulso de la saliva. (Después de todo, nos convertiremos en fotografías de inciertos otoños: nos exponemos al frio como a la luz, desordenamos nuestros ojos en la niebla, masticamos fechas y tabaco mientras el amanecer limpia el cenicero de la noche.) El invierno juega con nuestras propias sombras, siempre juega como una ventana frente a la nostalgia.
Jordanelle State Park, (Salt Lake City), Utah, 20.XII.2011
Belleza de palabras que desnudan el silencio de los poros...nostalgias sucesivas de luciernagas torpes... muy lindo poeta André.....
ResponderEliminarLedeska
Gracias, amiga poeta, por tu generoso comentario. Un gran abrazo.
ResponderEliminarANDRE CRUCHAGA